La negación de recursos como las ayudas sociales a quienes no dominan una lengua vernácula cooficial, es sólo una forma más de generar ciudadanos españoles de segunda categoría


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Aunque la amenaza de independencia unilateral ha sido neutralizada temporalmente en Cataluña, latente a la espera de ver qué sucede finalmente cara a la investidura del Gobierno de la Nación Española, los sediciosos continúan protagonizando lamentables episodios. Así, en Gerona, donde ejerció como alcalde el actual Presidente de la Generalidad, Carlos Puigdemont, han protagonizado un nuevo ultraje contra el Jefe del Estado, al retirarle la medalla de la ciudad al Rey Felipe VI. La moción aprobada por el consistorio de la ciudad incluye también sustituir el nombre de la Fundación Princesa de Gerona, ¡nada menos que por el de Carlos Rahola!, tío abuelo de la sin par separatista Pilar Rahola, hoy convertida en tertuliana habitual de diversos programas televisivos.

Sin embargo, hay más actos que no trascienden de forma notoria en las noticias y son parte del día a día de la sedición hoy sometida a cuarentena. Una actividad más silenciosa, puesto que quienes la padecen son anónimos y modestos ciudadanos, va imponiendo cada vez más el yugo del separatismo sobre partes significativas de nuestra soberanía nacional. Tal es la noticia que ha sido hecha pública esta misma semana: Juan Coscubiela, el portavoz del grupo parlamentario catalán de Podemos, ha denunciado el pasado martes que la Generalidad exigirá a los solicitantes de la Renta Mínima de Inserción el conocimiento del catalán, para poder acceder a ella.

En consecuencia, ha solicitado la comparencia urgente de la Consejera de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalidad de Cataluña, Dolores Bassa, para explicar semejante criterio que faculta acceder a la mentada prestación. Coscubiela ha ido incluso más allá, señalando que los suyos están « profundamente indignados ante el anuncio del Gobierno que piensa introducir el conocimiento del catalán como criterio», advirtiendo además que «si se materializa, más que un gravísimo error, sería una expresión de xenofobia institucional». Así, para Coscubiela, el Presidente Puigdemont «debería desautorizar a los que piensan que el catalán deba ser un criterio y avalen un requisito cargado de xenofobia social», pues lo que hay que hacer «es precisamente no poner más requisitos sino lo contrario», para que la Renta Mínima de Inserción pueda ser disfrutada universalmente por quienes realmente la necesitan.

Debemos confesar que nos sorprenden las afirmaciones de Coscubiela, un hombre con gran experiencia a nivel sindical y político, pues no sólo fue Secretario General de Comisiones Obreras en la autonomía catalana entre 1995 y 2008, sino también diputado en Iniciativa por Cataluña de 2011 a 2015 antes de entrar en la «confluencia» de Podemos en dicha comunidad autónoma, Cataluña Sí que se Puede. ¿En todos estos años de amplia experiencia jamás ha encontrado Coscubiela ni una sola ocasión en que el catalán fuera una fuente de discriminación para cualquier actividad pública en esa autonomía española? ¿Jamás hubo de lidiar con situación alguna en la que a los trabajadores españoles, que acudían a Cataluña a labrarse un futuro y ganarse el pan, se les postergase por no conocer la lengua vernácula catalana?

Suponemos que si Coscubiela hubiera sido consciente, al igual que otros sindicalistas, de semejante discriminación a los trabajadores del resto de la Nación Española, algo hubieran hecho estos esforzados defensores de los «trabajadores de todas clases». Afirmación puramente retórica, pues bien sabemos que los sindicatos, totalmente domesticados subvenciones mediante y adoctrinados de forma machacona en el mito de la izquierda, se han opuesto a cualquier legislación, especialmente las reformas laborales, siempre que proviniera de «la derecha» (aunque el 14 de Diciembre de 1988 tuvieron a bien celebrar una jornada de huelga general contra el gobierno del PSOE de Felipe González, paradigma de la izquierda democrática hasta entonces). Pero siempre que ha gobernado «la izquierda», aun aplicando las mismas o incluso peores reformas laborales, que precarizaban el trabajo hasta límites nunca vistos en nuestra Nación, se han mostrado muy sumisos y comprensivos; véase cómo el 29 de Septiembre del año 2010 tuvieron que celebrar, casi a regañadientes y para contentar a sus bases, una jornada de huelga general, donde el epicentro de las protestas y conflictos tuvo lugar en las comunidades autónomas donde gobernaba el Partido Popular (Madrid, por ejemplo), y con el gobierno del nefasto Zapatero casi concediendo la razón por un día a los sindicalistas.

En el caso de la discriminación por motivos del uso de una lengua vernácula como «cooficial», jamás los sindicatos han alzado la voz siquiera ante esta xenofobia (usamos la misma palabra que Coscubiela) infame, que convierte a los españoles que no conocen lenguas vernáculas como el eusquera o el catalán (es decir, la inmensa mayoría), en la práctica en españoles de segunda clase cuando acuden a las comunidades autónomas donde se reconoce su cooficialidad. Es decir, jamás se han preocupado lo más mínimo de la destrucción del mercado laboral español mediante la imposición de «fronteras» internas, que van transformando a la moderna Nación Española en una suerte de taifas medievales con sus propias leyes y lenguas. Ahora, cuando ya es un hecho notorio que en España ya no es suficiente hablar español, la lengua oficial y común de todos los ciudadanos españoles como bien recoge nuestra Constitución, para poder acceder al mercado laboral sin discriminación alguna, Coscubiela adopta la pose de indignación cuando ese criterio se aplica a las «ayudas sociales».

Además, ¿no es Podemos la plataforma que ha pedido insistentemente la celebración de un referéndum separatista para Cataluña? ¿No se reconoce a Cataluña, desde semejante cajón de sastre, como una nación dentro del «Estado plurinacional» que atribuyen a la composición de España? ¿No fue Coscubiela uno de los que pidió, pancarta en mano, dentro del Parlamento Catalán cuando se debatió la famosa «desconexión» respecto a España, la celebración del citado referéndum? Puestas estas bases, no debería preocuparle que en una nación con sus propias «señas de identidad» se realice semejante defensa del terruño y de «lo propio».

Desde la Fundación Denaes estamos sin embargo de acuerdo con la denuncia del portavoz de Podemos en Cataluña, pero no por ello hemos de silenciar la incoherencia de pedir un referéndum separatista, en virtud de la idea corrupta que este partido nacional tiene de España como «estado plurinacional», y sin embargo indignarse porque en Cataluña se usa el criterio de las «señas de identidad» para convertir a los españoles que no conocen el catalán en ciudadanos de segunda clase. Si no son capaces de percibir que ambas cuestiones están íntimamente ligadas, realmente los miembros de la «nueva política» tienen un grave problema de sindéresis.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.