DENAES no busca en absoluto atizar un ciego belicismo, pero tampoco entregarse dócil a un pensamiento fanáticamente pacifista cuyos resultados empiezan a ser evidentes


Ejecutivo, legislativo y judicial. Con estas tres palabras, referidas a los tres célebres poderes, son muchos los que creen poder definir en su totalidad la organización y estructura del cuerpo de toda sociedad política. Sin embargo, tal nos parece en la Fundación DENAES, esta fórmula trimembre es insuficiente para reconstruir las sociedades políticas. En definitiva, reducir la complejidad de la estructura de las sociedades políticas a estos tres poderes, nos parece que oscurece más que ilumina la posibilidad de enfrentarse a los peligros y retos reales verdaderamente existentes. Unas condiciones actuales marcadas por la amenaza, más que real, del terrorismo yihadista que, fanatizado por el mito de Al Andalus y por la reintegración de este territorio en la Umma de mayor radio histórico, tiene a España en el punto de mira.

Señalamos esta visión, a nuestro juicio más que reduccionista, porque deja fuera de la estructura no sólo aquellos otros poderes –planificador, gestor, redistribuidor- que tienen que ver con el territorio mismo sobre el que se asienta esa nación política llamada España, pero también otros vinculados a una institución imprescindible para la configuración de toda nación: la frontera o límite del territorio aludido.

Es en estas zonas de contacto entre sociedades políticas, entre naciones en definitiva, donde operan otros poderes tales como el diplomático, el tantas veces reclamado desde la socialdemocracia española en un sentido interno, el federativo, y… el militar.

En las actuales circunstancias creemos más que oportuno acogernos a esta rica y fecunda estructura desarrollada por uno de nuestros patronos de honor, el filósofo Gustavo Bueno Martínez, porque gran parte de los problemas que aquejan a nuestra nación tienen que ver con las fronteras existentes, pero también con las que se pretenden establecer sobre nuestro territorio: aquellas impulsadas por los grupos secesionistas que operan con plena libertad dentro de una legalidad que sin duda lleva en su seno la más que real posibilidad de la destrucción nacional a la que tantas veces nos hemos referido.

Una estructura que mostrará su verdadera potencia al confrontarse con otras visiones como la que se puede percibir en el llamado manifiesto que invita a la celebración de una serie de manifestaciones planificadas para el próximo 28 de noviembre en capitales como Cádiz, Barcelona, Zaragoza o Madrid, ciudades en las que gobiernan, con diferentes apoyos, las marcas blancas de Podemos, encabezadas por un grupo de profesores que reciben financiación para sus canales televisivos, de un país islámico como Irán…

El manifiesto, breve y sujeto a la más estricta observancia de la ideología «de género» establece la ya clásica equidistancia entre asesinos y víctimas propia de unos firmantes, al menos los más célebres, que nunca han sido capaces de enfrentarse desde una perspectiva política nacional, al hispanófobo terrorismo etarra. Para «las y los abajo firmantes», «el fanatismo terrorista del Daesh (ISIS) es funcional y retroalimenta al fanatismo racista europeo, mientras nuestros Gobiernos practican recortes de derechos sociales y libertades fundamentales, xenofobia institucional y bombardeos indiscriminados, que se han demostrado ineficaces.», dejando todo resumido a una suerte de guerra de odios de la que tan exquisitos analistas se mantienen, faltaría más, al margen.

Tras un análisis tan riguroso, la solución se les aparece como una evidencia imperceptible para los miopes gobernantes: «la democracia, los Derechos Humanos y la aspiración a una paz con justicia». En definitiva un redivivo NO A LA GUERRA que no se priva de apelar a la maléfica trinidad conformada por Bush-Blair-Aznar, pero que olvida que el beneficiario de aquella campaña hoy exhumada, José Luis Rodríguez Zapatero, fue quien propició la participación del ejército español en un conflicto del que sí regresaron esos ataúdes de madera de los que recientemente ha hablado el circunspecto Pablo Iglesias Turrión.

En definitiva, lo que muestran «las y los abajo firmantes», es un grado de idealismo que no sólo puede calificarse como infantil, sino que, además, resulta irresponsable por venir de gentes que tienen cierto influjo entre algunos sectores de la población española. Un infantilismo que, además de recordarnos a aquella enfermedad de la que hablara Lenin, conduce a la negación de la evidencia de una institución tan humana y tan política como la guerra, enjuiciable por su prudencia, que no por su sujeción a las leyes.

Huelga decir que DENAES no busca en absoluto atizar un ciego belicismo, pero tampoco entregarse dócil a un pensamiento fanáticamente pacifista cuyos resultados empiezan a ser evidentes. Países tan desarrollados y tan demócratas como España, no hay más que mirar más allá de los Pirineos, ya han despertado ante una amenaza que no puede en absoluto conjurarse con pánfilos diálogos, sino conociendo los fundamentos del islamismo para poderlo combatir.
Queda, por último, recordar que ante la situación más que previsible que vamos a vivir en las próximas fechas, con el telón de fondo de unas elecciones generales, es al ejecutivo a quien corresponde gobernar y decidir lo que mejor considere para la Nación.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española