Y mientras los bombarderos franceses, enviados a Siria por un gobierno socialista, descargan su munición, en España se vuelve a enarbolar la mágica y absurda idea del «diálogo»


El pasado viernes día 13 de noviembre, la ciudad de París fue el escenario de una verdadera masacre producida por un ramillete de hombres coranizados diestros en el manejo de armas y explosivos. Un centenar largo de personas, la mayor parte de ellos ciudadanos franceses, mas también algún compatriota, perdieron la vida, quedando un gran número de ellos gravemente heridos.

La situación, por su sangrienta escala, recuerda poderosamente lo ocurrido en Madrid el 11 de marzo 2004, días antes de las elecciones a la presidencia del gobierno que situaron en tan importante cargo a José Luis Rodríguez Zapatero, principal responsable de ese ejemplo de Pensamiento Alicia que es la Alianza de Civilizaciones, respaldada por su sucesor, Mariano Rajoy.

Como el lector recordará, los atentados fueron el telón de fondo sobre el que se recortó la evidente fractura existente en España, una fractura que fue alimentada, por lo que al pasado respecta, con la Ley de Memoria Histórica, inalterada por Rajoy; y que, en lo relativo a la cohesión territorial se sustanció en un Estatuto que abrió la senda a la balcanización que amenaza hoy España. «Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán», afirmó, solemne y agradecido el por entonces Secretario del Partido Socialista Obrero… Español, situado en tal cargo gracias al apoyo del mismo PSC que afirma que Cataluña es una nación.

En tales circunstancias, los atentados, atribuidos a musulmanes y explicados por el apoyo de España a la invasión de Irak, sirvieron como palanca para desalojar al gobierno del Partido Popular, hasta entonces presidido por un Aznar recordado estos días, pues no han faltado quienes de algún modo justifiquen las bárbaras acciones de los sarracenos asesinos por lo que ocurre hoy en Siria. Si los atentados de Atocha remitían a Irak, los de París lo harán a Siria. Sin embargo…
Sin embargo, muchos olvidan que Francia, tan golpeada desde entonces por atentados islamistas y por oleadas de violencia callejera en ciudades con gran presencia musulmana, no apoyó dicha intervención. Las razones a tales matanzas, creemos, han de buscarse en otros lugares.

El primero de ellos nos conduciría a analizar el tipo de colonialismo llevado a cabo por una Francia siempre fallida en lo que a la construcción de un verdadero imperio se refiere. Fracasada en la depredación de algunos restos del Imperio Español –el México que sucedió a la Nueva España- Francia puso los ojos en Africa sin dejar a su paso unas sociedades tan consolidadas como las que resultaron de la realización del Imperio hispano. Retirada la nación de la grandeur, el Islam avanzó con relativa rapidez por aquellos territorios ricos en materias primas. Mientras tanto, en el corazón de Francia, los descendientes de aquellos primeros musulmanes han alejándose de las poderosas estructuras estatales de la nación política surgida tras la Revolución de 1789 y han abrazado una fe enemiga a la que sostenía el Rey Cristianísimo.

Pese a todo, las instituciones galas y todo el espectro político del país vecino han dado una lección de unidad y patriotismo cuya imagen más vistosa ha sido la de todo el espectro político francés, del mismo modo que muchos ciudadanos, cantando a coro La Marsellesa, el himno francés cuyo paralelo español es tildado por algún cabecilla político de nuevo y asambleario cuño, como una «cutre pachanga fachosa».
Si estas son las palabras del indocto Pablo Iglesias, -el himno es muy anterior a la aparición del concepto «facha»-, sus compañeros de viaje no le han ido a la zaga en cuanto a despropósitos, equidistancias eticistas y extravagancias.

Y mientras los bombarderos franceses, enviados a Siria por un gobierno socialista, descargan su munición, en España se vuelve a enarbolar la mágica y absurda idea del «diálogo».

En una España cada vez más debilitada, víctima de un preocupante síndrome de pacifismo fundamentalista, en la que vuelve a sonar el run run del «No a la guerra», cabe alertar de las acciones de muchos grupos de españoles vergonzantes, rigoristas del laicismo, tolerantes, dialogantes,… e ignorantes de las palabras de aquel musulmán nacido en Córdoba y tenido por progresista, Averroes, el mismo que fue capaz de incorporar en su obra El libro del Yihad estas palabras del Corán ayuna de toda intención dialogante: «Matad a los politeístas en cualquier parte que los encontréis».

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española