Rajoy: «En el supuesto de que en el futuro alguien haga declaraciones unilaterales de independencia, sería un ataque frontal a la ley y a las normas de convivencia que no tiene precedentes»


Entre la canícula de julio ha vuelto a aflorar el plan de saqueo pergeñado por Mas y Junqueras, confesos traidores a la nación que, confundidos entre lo que ellos llaman organizaciones civiles, monjas y futbolistas cursis entre los que destaca el indocto entrenador del Bayern de Múnich, siempre dispuesto a exhibir su ignorancia en materia histórica y su doblez. En esta ocasión se trata de una coalición que concurrirá a las elecciones regionales catalanas del 27 de septiembre con el indisimulado propósito de proclamar la independencia de estos territorios españoles, consumando de este modo los planes expoliadores que con tanta complacencia por parte de quienes tenían la obligación de pararlos se han ido armando hasta constituir el mayor problema al que ha de enfrentarse España: el curioso y patológico caso de la existencia de españoles infectados de odio a la nación a la que pertenecen.

Frente a tamaña afrenta, impensable en cualquiera de esos países que sirven de modelo a todo el espectro político español, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy ha asegurado que tiene previstas estrategias que neutralicen a esta banda homologable a los célebres piratas antaño recorrían el Mediterráneo del que los Pujol parecen dignos sucesores. Preguntado por sus planes, el gallego ha manifestado que: «En el supuesto de que en el futuro alguien haga declaraciones unilaterales de independencia, sería un ataque frontal a la ley y a las normas de convivencia que no tiene precedentes», respuesta que a muchos les habrá parecido tibia y puramente leguleya.

Sin embargo, la prudencia parece presidir unas manifestaciones que probablemente parezcan insuficientes. Ocurre, no obstante, que Rajoy parece ser plenamente consciente de que la participación de terceros actores, interiores o externos, jugará un importante papel en lo que quede por venir. En el caso de los extranjeros, no es desdeñable un apoyo a los sediciosos en el caso de que, actuando con ellos con excesiva contundencia, algún país, acaso producto de un proceso fragmentario análogo, reconociera la soberanía de un trozo mutilado a España.

En el caso interno la cosa es aún más compleja, pues ahora que el PSOE parece recuperar cierto terreno, el absurdo proyecto de una España federal es la ocurrencia a la que se aferran como a una oscura certeza. Su proyecto, huelga decirlo, no supone más que abundar en la desigualdad entre españoles, en la elevación de nuevas fronteras internas por parte de aquellos que actúan tras semejantes siglas incompatibles con su acción política.

El problema al que se enfrenta Rajoy es particularmente complicado, pues del resto de las opciones, excluido Ciudadanos, aún se puede esperar menos en lo que respecta a una nación, España, a la que odian por su infección negrolegendaria.

En medio de este marasmo, la prensa anuncia que el Gobierno ha aprobado una serie de medidas que permitirán que muchas empresas puedan moverse con mayor libertad por el territorio nacional, cambiando su sede sin tantos problemas como se presentaban hasta la fecha.

Los efectos sobre Cataluña, anuncian, pueden ser importantes, pues desde hace un tiempo muchas empresas han empezado a abandonar una región dominada por las sectas catalanistas que tanto daño han hecho al clásico tejido industrial catalán, ahora sustituido por plataformas de amigos o medios públicos ahítos de subvenciones catalanistas.

La estrategia de Rajoy recuerda vagamente la fábula de don Juan Manuel, «Lo que sucedió a una zorra que se tendió en la calle y se hizo la muerta», inserta en El conde Lucanor, en la que una raposa es despojada paulatinamente de sus atributos más amenazantes. Mas como se trata de una obra escita en el idioma proscrito en la Cataluña oficial, suponemos que los sujetos que conforman la infame lista que arropa a Mas, el delfín de Pujol, la desdeñarán.

Desde la Fundación DENAES, esperamos que la estrategia del Gobierno, proporcionada a los hechos a los que debe enfrentarse sea tan acertada como la descrita y sepa mellar debidamente a estos depredadores.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española