Las víctimas del terrorismo de ETA no son un elemento meramente sentimental o psicológico, como han pretendido presentar toda una serie de sedicentes políticos y periodistas para desacreditar su causa y tolerar así la presencia de ETA en las instituciones, sino una muestra de la propia España herida por un terrorismo que ataca su propia existencia como Nación. En rigor, todos los españoles, por el hecho de serlo, hemos sido y somos potenciales víctimas del terrorismo de ETA


Guillermo_Zapata_Irene_Villa.jpg

Es bien conocido el dicho de que cualquier personalidad pública ha de guardar las formas. «La mujer del César no sólo debe ser honesta sino también parecerlo», según reza el dicho. De ahí que las peticiones de Pablo Iglesias Turrión, líder de Podemos, entre sus múltiples seguidores en diversas redes sociales, para que le ayudasen a buscar afirmaciones comprometidas de diversos periodistas que le criticaban, acabasen tras las elecciones del 24 de Mayo volviéndose en contra suya y de los electos concejales de la formación y otras fuerzas coaligadas. Tal es el caso de Guillermo Zapata, concejal de la coalición Ahora Madrid, que años atrás realizó en varias redes sociales una serie de afirmaciones injuriosas contra los judíos y otros colectivos en forma de chistes carentes de gracia. Especialmente repulsivas resultaban las contenidas en un mensaje respecto a la víctima del terrorismo de ETA Irene Villa, burlándose de forma cruel de la doble mutilación que sufrió (además de la pérdida de tres dedos de una mano) a la tierna edad de doce años, en el atentado terrorista con coche bomba que cometió ETA en Madrid en 1991, y mezclando de paso otro hecho macabro sucedido de forma contemporánea, el asesinato y descuartizamiento de varias adolescentes de la localidad de Alcácer.

Como es obvio, semejante afrenta no podía pasar desapercibida por muchos años de antigüedad que tuviera, por lo que acabó en los juzgados tras la querella presentada por el colectivo Dignidad y Justicia. A cargo del caso quedó el juez Pedraz, curiosamente el mismo que despreció olímpicamente la querella que nuestra Fundación presentó en el año 2009 contra Santiago Espot, responsable directo de la organización de varias pitadas al Himno Nacional Español y al Rey de España en diversas finales de la Copa del Rey de fútbol, incluyendo la de este mismo año. Estos penosos antecedentes del juez Pedraz, que nada tiene que envidiar en conducta prevaricadora respecto a otro compañero de profesión, Baltasar Garzón, el mismo que no encontró ningún tipo de ofensa a las víctimas de ETA en las canciones de la banda musical proetarra Soziedad Alkoholica, sembraban muchas dudas sobre su capacidad para juzgar el caso.

Desgraciadamente, así ha sido: la carta enviada por Irene Villa el pasado 30 de Junio, quien a través de la misma red social que utilizó el poco avispado Zapata para verter sus ultrajes afirmó que éstos no le ofendían en absoluto, ha sido aprovechada por Pedraz para archivar la causa abierta contra el edil de Ahora Madrid (aunque la fiscalía ha recurrido la decisión del juez), a quien ya de antemano trató de proteger exigiendo una fianza desorbitada a Dignidad y Justicia por personarse como acusación particular. Para Pedraz, al igual que para Garzón, es imposible incardinar un presunto «humor negro» como delito.

Que a Irene Villa los chistes no le hayan afectado a su persona ni le hayan causado ninguna humillación, como señala en la misiva presentada al juez (además de afirmar que no podría presentarse como testigo en la causa por encontrarse en una situación personal complicada) no significa que no haya dolo, concretamente contra la Nación Española representada en esas víctimas del terrorismo etarra que lo fueron aleatoriamente: de hecho, la bomba que mutiló a Irene Villa buscaba ante todo matar a su madre, María Jesús González, que sufrió la pérdida de una pierna y un brazo, que por ser inspectora de Policía era un claro representante de esa Nación Española a la que ETA siempre ha pretendido destruir y causar el mayor daño posible. Las víctimas del terrorismo no son un elemento meramente sentimental o psicológico, como han pretendido presentar toda una serie de sedicentes políticos y periodistas para desacreditar su causa y tolerar así la presencia de ETA en las instituciones, sino una muestra de la propia España herida por un terrorismo que ataca su propia existencia como Nación. En rigor, todos los españoles, por el hecho de serlo, hemos sido y somos potenciales víctimas del terrorismo de ETA.

Por otro lado, hay que resaltar que Pedraz miente como un verdadero bellaco, afirmando que no existe ningún tipo de precedente sobre personas encausadas por el presunto «animus jocandi» que caracteriza el caso de los mensajes de Zapata: sin ir más lejos, este mismo año, tras la tragedia de la aeronave de Germanwings que se estrelló saliendo de Barcelona en dirección a Alemania, a varios jóvenes de distintas localidades de España les detuvieron y pusieron a disposición judicial por escribir varios mensajes en Twitter banalizando el accidente, afirmando que al fin y al cabo sólo se habían muerto «catalanes». Y es que estos «chistes» sobre las víctimas del terrorismo surgieron hace más de dos décadas, producto de una edad de estupidez como es la adolescencia, donde las personas que los profieren y popularizan viven en un limbo tal que no son conscientes de la gravedad de sufrir un atentado terrorista en carne propia; por eso, una persona ya madura como Guillermo Zapata, que profirió tales barbaridades habiendo superado la treintena, y que ahora se estrena como representante de la Nación Española en el Ayuntamiento de Madrid, ha de abjurar de toda esa catarata de difamaciones, que son injurias contra la Nación Española a la que representa como edil y por lo tanto ha de respetar.

Desde la Fundación Denaes aclaramos que nada tenemos en contra del parecer de Irene Villa sobre las afirmaciones de Guillermo Zapata; los sentimientos son personales, pero no así el hecho mismo del delito, algo en lo que no podemos compartir su parecer, puesto que la ofensa de Zapata no va solamente contra Irene Villa como víctima del terrorismo, sino contra la Nación Española agredida a través de la muerte o la salvaje mutilación de españoles como ella misma, su madre u otros. En suma, es España la injuriada por Guillermo Zapata (una España representada por esas víctimas aleatorias), la verdadera víctima del terrorismo separatista vasco de ETA en la búsqueda de su objetivo principal, que es la destrucción y descuartizamiento de la Nación Española.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.