Mas quiere dar proyección internacional a Cataluña mediante un «plan estratégico de acción exterior»


A nadie es ajena la obsesiva fijación que tienen los movimientos fraccionarios españoles por todo aquello que tenga que ver con las llamadas «señas de identidad», todo un conjunto de instituciones, ceremonias y hasta fetiches con los que van adoctrinando, desde su más tierna infancia, a quienes ven sus primeras luces en determinadas regiones de España.

Es ya habitual ver en fechas tan señaladas como la Navidad, no digamos en otras fiestas fabricadas ad hoc por los laboratorios identitarios, cómo se trata de sustituir o al menos complementar distinguiéndose al máximo, tradiciones como la de los Reyes Magos, que ahora, no contentos los progenitores con hacerlos acompañar por la oronda figura de Papá Noel, se ven flanqueados por figuras tales como la del borrachín Olenchero o ese leño que responde al nombre de Tió…

Tales instituciones, acompañadas de muchas otras, han venido acompañadas, los independentistas serán traidores mas no necesariamente necios, de medidas de un radio más amplio, aquellas que la tristemente célebre banda terrorista ETA y todo su mundo envolvente, hicieron célebres bajo la fórmula denominada «internacionalizar el conflicto». En la estela de tales maniobras hemos asistido a la visita a las Vascongadas de individuos de diverso pelaje: clérigos, europeístas, pacifistas y, en definitiva, sujetos que, al calor de los buenos dividendos prometidos o atados a la oscura certeza de su estupidez panfilista, han hecho el caldo gordo a las facciones más hispanófobas.

Es en sintonía con esta estrategia como debemos ver la nueva iniciativa que ha tomado el gobierno presidido por Arturo Mas, una iniciativa que ha hecho pública el portavoz de la Generalidad, Homs, quien ha anunciado la aprobación de lo que ha llamado –instamos al lector a reparar en los términos empleados- «plan estratégico de acción exterior». La estrategia, que tendrá un plazo de despliegue de cuatro años, busca darle –repárese en la calculada ambigüedad de la fórmula- más «proyección internacional» a Cataluña.

Sin embargo, bajo unos propósitos que no tendrían por qué ser lesivos para España, pues Cataluña es una de sus regiones, se ocultan intenciones nada patrióticas. La así llamada proyección no es sino la puesta en marcha de nuevas embajadas, o por decirlo con mayor precisión, de unas sedicentes embajadas, en tanto en cuanto Cataluña no es una nación soberana que pueda establecer relaciones corticales –nos atenemos a la filosofía política de nuestro patrono de honor don Gustavo Bueno Martínez- con otras sociedades políticas. Las embajadas, instituciones imprescindibles vinculadas al poder político sólo las podrá tener la Nación española, cuyo gobierno ha impugnado la Ley de Acción Exterior catalana ante el Tribunal Constitucional, hecho que no ha arredrado a un chulesco Homs que ya anuncia que tratarán de sortear la prohibición probablemente incluyendo esta intención dentro del habitual chantaje al que se han ido sometiendo los partidos españoles mayoritarios durante los últimos años con el objeto de alcanzar el poder o por la vía de los hechos consumados, hasta el punto de que ya se ha anunciado la apertura de las dichas embajadas en El Vaticano y Marruecos.

Indudablemente, tales embajadas no son sino vías, financiadas con el dinero de los españoles, para la difusión del ideario separatista catalán que se inyecta en los infantes en unos colegios que, si la ley se cumple, deberán aumentar la irrisoria cantidad de horas lectivas impartidas en español. También es cierto que tales instituciones sirven para que importantes colectivos e individuos se ganen holgadamente el pan, hecho que fortalece su inmarcesible fe en el catalanismo, o lo que es igual, su visceral hispanofobia.

Desde la Fundación DENAES, como es lógico, no podemos sino instar al Gobierno a que yugule, haciendo cumplir la ley, estas vías por las que discurre el veneno separatista en el caso catalán o en cualquier otro que actúe con intenciones análogas.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española