La prohibición por parte del Ayuntamiento de Madrid de la actuación del grupo musical «Soziedad Alkoholika», envuelto en varios delitos previos de apología del terrorismo por sus letras favorables a ETA, arroja de nuevo a la actualidad la amenaza del separatismo vasco en la Nación Española


Mañana tenía prevista su actuación en el madrileño Palacio de Deportes de Vistalegre la banda musical «Soziedad Alkoholika», anteriormente llamada «Amonal», el mismo explosivo usado por la banda terrorista ETA con la que se le relaciona a causa de las letras de varias de sus canciones, tales como «Explota cerdo» o «Síndrome del Norte», que en su día fueron denunciadas a los tribunales por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, por ser un claro ejemplo de apología del terrorismo separatista vasco. El veto del Ayuntamiento de Madrid ha impedido la celebración del concierto.

Los miembros del grupo musical atacan al consistorio madrileño, tildándolo de «ultraderechista» (situándose ellos mismos en el lado de la izquierda, de aquellos que, según Alberto Garzón, nunca delinquen), por vetarles, recordando que fueron absueltos del delito de apología del terrorismo por declarar estar en contra de cualquier tipo de violencia y, eso sí, a favor del derecho de autodeterminación del País Vasco. Equiparan así la violencia legítima de las fuerzas de seguridad españolas a la violencia terrorista de ETA, en clara línea con la ideología separatista vasca, que desde una cínica equidistancia considera los crímenes contra la Nación Española cometidos por los etarras como un «conflicto» entre el «Estado Español» [sic] y ETA. Al fin y al cabo, se dirá que les ampara el derecho a la libertad de expresión y, frente a quienes consideren repulsivas las letras de sus canciones, se añadirá que «sobre gustos no hay nada escrito».

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Los argumentos que tanto impactaron al entonces juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, para absolverles (que sus canciones eran una crítica al abuso de poder de las fuerzas policiales, concretamente al GAL que operaba por los años en que fueron compuestas sus más repugnantes estrofas) carecen del más mínimo valor; canciones como «Síndrome del Norte», donde se describe el día a día de un policía cualquiera en el País Vasco, a quien se le denomina despectivamente como «extranjero», se burlan de sus precauciones mirando debajo de su coche por si tuviera adosado «un bulto raro» (una bomba lapa), y a quien se le invita a marcharse con la estrofa «¡Vete a España!» [sic], sólo merecen el calificativo de nauseabundas letrillas. Son un ataque directo y claro a todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, los mismos que son retratados en esa basura de canción. Se trata, en consecuencia, de un ataque a todo policia que tuviera que sufrir en carne propia la amenaza terrorista de ETA; muchas de las víctimas del terrorismo separatista vasco fueron y son guardias civiles o policías destinados en esa región de España, y precisamente el haber sido asesinados defendiendo a nuestra Nación es la mejor «seña de identidad» sobre el carácter que todos los españoles, por el hecho de serlo, tenemos de víctimas del terrorismo de ETA.

Tanto es así, que para un ciudadano español las canciones de «Soziedad Alkoholika» a lo sumo serán una burla grotesca carente de gracia, cuando no directamente un insulto a toda la Nación Española agredida por el terrorismo de ETA a través del reguero de víctimas que ha dejado a su paso. En suma, versos repulsivos, carentes de valor estético, o que sólo lo tendrán para quienes, enajenados por el delirio separatista, ven a los policías como «cerdos extranjeros» y en consecuencia a los etarras como heroicos «gudaris». Otros seudomúsicos, tales como «Los chikos del maíz», prosiguen esta estela de injurias reproduciendo en una de sus canciones la siguiente vomitiva estrofa, alusiva al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que pasó más de un año secuestrado por ETA en un minúsculo zulo donde ni siquiera podía estirar su cuerpo: «Ortega Lara no era ningún pacifista, cambió de carcelero a contorsionista».

Sin lugar a dudas, ETA y su entorno han sabido usar de estilos musicales «vanguardistas» como el punk, el trash metal o el ska para difundir su nauseabunda ideología, que ha calado muy hondo entre una juventud convenientemente idiotizada por medios etílicos, pero especialmente en los partidos «de izquierdas», quienes celebran que los etarras, a través de sus marcas blancas, tengan asiento en los consistorios y los parlamentos autonómicos, así como en el Congreso, como prueba de que los terroristas nacionalistas vascos se suman así al consenso constitucional… para destruir España, añadimos.

Desde la Fundación Denaes aplaudimos la decisión del consistorio madrileño, así como de otros ayuntamientos que tomaron previamente esa determinación, de vetar a grupos como este para evitar así que sigan transmitiendo, amparados en su presunta libertad de expresión, ese torrente de injurias a nuestra Nación disfrazadas de música. Que cunda el ejemplo en toda esa España que, en su delirio, estos artistas vislumbran como separada de su idealizada Euskal Herria, donde se justifica la muerte de policías y guardias civiles de nuestra Nación por considerarlos «invasores extranjeros».

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.