Se abre a la coalición el mismo día en que PSOE y PP pactan en el Congreso «la derrota definitiva, incondicional y sin contrapartidas» de ETA


EFE  / El lendakari, Patxi López, ayer, durante un paseo por la reserva natural de Plaiaundi, en Irún

EFE / El lendakari, Patxi López, ayer, durante un paseo por la reserva natural de Plaiaundi, en Irún

ITZIAR REYERO / BILBAO

Día 01/06/2011

Los socialistas vascos se quitaron ayer la careta de la «responsabilidad» a la que tanto apelan y expresaron su disposición a alcanzar «pactos puntuales» en materia de fiscalidad o política social con Bildu, cuyos resultados electorales del 22-M amenazan con desestabilizar a muy corto plazo los delicados equilibrios del tablero político vasco. La deriva electoral del PSE y la progresiva debilidad política en que está inmerso el lendakari Patxi López, unidas al nuevo listón de exigencias del PNV para la gobernabilidad de instituciones determinantes como la Diputación de Guipúzcoa o el Ayuntamiento de San Sebastián, han obligado a los socialistas vascos a dar un paso que antes se habían comprometido a no dar: el de sentarse a negociar con Bildu.

Es cierto que el PSE ha descartado la rúbrica de pactos globales o de coaliciones postelectorales con Bildu; pero también lo es que la presión del nacionalismo le está empujando a matizar —cuando no rectificar— sus promesas iniciales con el único ánimo de proteger cuotas de poder que las urnas han negado a los socialistas.

La excusa que ayer ofreció Patxi López de que el PNV «será el único responsable» si Bildu llega a gobernar en Guipúzcoa no es válida desde el mismo instante en que los socialistas se ofrecieron a cerrar «acuerdos puntuales» con la coalición. Y menos aún, después de que en el Congreso de los Diputados, PSOE y PP pactasen ayer —al mismo tiempo que el socialista Miguel Buen se entrevistaba con el líder de Bildu, Martín Garitano—, desbloquear la Ley de Víctimas del Terrorismo con una treintena de nuevas enmiendas acordadas, tendentes precisamente a perseguir «la derrota definitiva, incondicional y sin contrapartidas» de ETA.

El lendakari todavía apuesta a día de hoy por una entente PNV-PSE-PP para frenar el paso a Bildu en las instituciones, pero es consciente de que el chantaje que el ala más dura del PNV, encarnada por Joseba Egibar —y con Íñigo Urkullu jugando sus bazas a varias bandas—, está restringiendo sus opciones y alentando su dependencia de Sabin Etxea. El PNV, se quejó López, «respeta a Bildu, rechaza a los socialistas y quiere gobernar en todas partes. Y no cuadra. Esto de respetar más a Bildu más que a los socialistas no entra en mis ecuaciones. Tendrán que decidir porque el PNV no es un agente inocuo».

Victimismo y rectificación

Pero mientras un López victimista acusaba ayer a los nacionalistas de estar al plato y a las tajadas, sus compañeros de partido hacían lo propio en su primera reunión oficial —sobre las «extraoficiales» ayer el PSE no dijo una sola palabra— con los herederos legales de la vieja Batasuna. En esta ocasión el encuentro PSE-Bildu sí tuvo lugar con luz y taquígrafos y estuvo presidido por el «independiente» columnista de «Gara» Martín Garitano y el socialista Miguel Buen, candidatos ambos a liderar la Diputación de Guipúzcoa. Durante casi una hora sus protagonistas analizaron el resultado de las urnas y acordaron «explorar vías de diálogo permanente» y «pactos puntuales» en materias como fiscalidad o política social.

En principio, y tras constatar que existen «diferencias programáticas insalvables», los socialistas rechazaron cualquier opción a conformar un gobierno de coalición o a apoyar la investidura de Bidu. En cambio, al dejar la puerta abierta a pactar en temas claves como la fiscalidad, indirectamente aseguran el sillón a la coalición radical, a la que el lendakari prometió no ayudar en ningún caso.

«No vamos a pactar en ningún ayuntamiento o diputación con Bildu para formar mayorías de progreso», dijo López en tono solemne el pasado 8 de mayo en un mitin político en San Sebastián, en el que también participó el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba. Incansable defensor de la legalización de Bildu —«significará que han hechos los deberes», decía—, López excluía de esa forma a la coalición en su política de pactos porque «paralizan» los proyectos estratégicos como el AVE vasco.

Pero lo cierto es que tras su derrumbe en las urnas —el PSE ha perdido 65.000 votos y bastiones como Vitoria y San Sebastián—, un sector del socialismo vasco se plantea reconsiderar su veto a Bildu, a fin de cuentas, incrustado en la legalidad. «Vamos a hablar con todos los partidos legales», se excusan, asumiendo que sus cifras son aún todavía peores que las del PSOE en el conjunto de España, con una pérdida de electorado del 27%, frente al 17% a nivel estatal. En este escenario hay quienes mantienen que su pacto con el PP les ha pasado factura ante los electores vascos y apuestan ahora por reorientar su posición hacia el nacionalismo.

Sólo así se explica que el pasado jueves, Jesús Eguiguren exigiera al Gobierno de López un «cambio radical» en su política, esencialmente en materia de pacificación, y apostara por reencontrarse con el PNV como en los tiempos del lendakari Ardanza. Fuentes conocedoras del laberinto en que se halla Patxi López admiten que en las próximas semanas los socialistas vascos tendrán que afrontar «presiones» de Moncloa para que el PSE apoye al PNV en Guipúzcoa. Ese sería el peaje a pagar por Zapatero para poder agotar la legislatura.

Desde el PP vasco, el único partido que ha rehusado entrevistarse con Bildu, insisten en formar un tridente de «sensatez» para evitar que los radicales se hagan con el control y dotar de estabilidad a las instituciones.