España puede aceptar la derrota consumada en 1975 ante Marruecos, pero asumir la responsabilidad y dar la opción de obtener la nacionalidad española a los saharauis que no quieran integrarse en la sociedad marroquí. A cambio, por razones demográficas y económicas obvias, devolveríamos a Marruecos aquellos ciudadanos marroquíes no legalizados en España y que no proceden de esta antigua provincia española. Y eso sí sería una medida de presión ante el régimen alauí.


haidar.jpgEl caso de la saharaui puede verse desde diversas perspectivas; DENAES propone un punto de vista desde España.

El caso de Aminatu Haidar se ha interpretado de muchas maneras. Desde el punto de vista ético, el de la conservación de su cuerpo, se ha sacralizado su voluntad. Sin embargo, habría que haber tenido en cuenta que la voluntad no surge del fuero interno, y que la suya estaaba afectada del desprecio islámico a la doctrina de la resurrección de la carne y, por tanto, al propio cuerpo (no olvidemos que no ha sido su primera huelga de hambre). Más que a la voluntad de Haidar, habría que haber reforzado la generosidad ética de jueces y médicos en el objetivo de evitar su muerte.

Desde el punto de vista cultural (del «mito de la cultura», analizado por Gustavo Bueno en su libro de igual nombre), se habla sin parar de «el pueblo saharaui». Sin embargo, éste, una vez privado de la posibilidad del nomadismo, está condenado al exterminio en los campos de refugiados en los que se le mantiene; el desierto no da para la vida sedentaria y las ayudas internacionales, las ONGs y las depuraciones de agua sólo alargan la agonía de unos pocos en nombre de un supuesto sustrato cultural valiosísimo.

Pero el punto de vista de la propia Haidar es político, el del Frente Polisario, con quien se la relaciona desde hace años. Haidar ha llevado a los medios de forma muy eficaz la tesis de que los ciudadanos saharauis no tienen por qué someterse a la soberanía marroquí. Marruecos rechaza tal posición y accedió a disputar un pulso del que ha salido indemne (y hasta reforzado).

¿Y España? La mal llamada «izquierda» («los de la ceja» quieren apropiarse de ese rótulo y algunos medios, queriendo denostarles, les ayudan en esto) pedían que el Rey intercediese ante Marruecos. Esta propuesta, que ha quebrantado la adhesión de los titiriteros al gobierno, no rescataría a España de su errática política con el Sáhara. El PSOE, por su parte, amagó firmeza ante Marruecos para luego ceder y reconocer que «su ley» rige en la zona.

Desde el punto de vista de España, que DENAES quiere ensayar aquí, el problema de política exterior del Sáhara occidental puede resolverse de dos maneras, en absoluto reducidas al caso de Haidar. La primera, expulsar militarmente a Marruecos de la zona, no parece factible hoy día sin el apoyo claro de otras potencias. La segunda es aceptar la derrota consumada en 1975 ante nuestro rival del sur (sobre esta rivalidad, En defensa de España, páginas 183-185), pero asumir la responsabilidad española y dar la opción de obtener la nacionalidad española y asentarse en suelo español a los saharauis que no quieran integrarse en la sociedad marroquí. A cambio, por razones demográficas y económicas obvias, devolveríamos a Marruecos aquellos ciudadanos marroquíes no legalizados en España y que no proceden de esta antigua provincia española. Y eso sí sería una medida de presión ante el régimen alauí.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA