¿Qué motivos hay para que España tolere semejantes faltas de respeto y de menosprecio a sus símbolos? Desde DENAES instamos al gobierno de la Nación para establecer los cauces legales y policiales para que un espectáculo deportivo de estas características sea suspendido de inmediato, si como sucedió ayer el himno u otros símbolos de la Nación Española son abucheados por una parte numerosa del público.


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El estadio de Mestalla fue anoche mucho más que el escenario de un partido de fútbol que enfrentaba a Athletic de Bilbao y F. C. Barcelona en la disputa de la Copa del Rey, antes del Generalísimo, siempre de España.

Como era de prever, el encuentro supuso no sólo el choque entre dos grandes equipos, uno de los cuales, por cierto, integrado exclusivamente por jugadores españoles y derrotado finalmente por el F. C. Barcelona, justo ganador del trofeo. Lo que aquí nos interesa, desborda los límites del terreno de juego.

En realidad, fuera del rectángulo de cal, el partido se empezó a jugar mucho antes, cuando dos formaciones hispanófobas -–Esait y Catalunya Acció— instaron a las aficiones asistentes, a dar la espalda al himno y, por ende, a la figura del Rey de España, que poco a poco se va acostumbrando a ver cómo es quemado en efigie o asiste a sonoras pitadas como con la que recibiera en el Parlamento Vasco allá por el 4 de febrero de 1984, abucheo que anoche tuvo continuidad mientras sonaban los acordes de la Marcha Real.

Dicho lo cual, parece obligado aludir al actual valor político del deporte. En efecto, el deporte, por las masas que mueve en una sociedad de mercado, y por su fuerte carga simbólica, supone un asunto del mayor interés para las naciones políticas. No en vano, las selecciones nacionales pertenecen a la capa cortical del cuerpo político, en la cual se sitúan los ejércitos –-de quien el deporte ha adoptado gran parte de su terminología–. Esta es la razón de la importancia que los sediciosos conceden a sus pretendidas selecciones deportivas y de las trabas que ponen a que España se «haga visible» deportivamente dentro de sus feudos, como demuestra la imposibilidad de que las selecciones nacionales jueguen en Vascongadas. A semejante estrategia, se suman gustosos tanto Athletic como, sobre todo, el F. C. Barcelona.

Recientemente, en un partido amistoso entre las selecciones de Francia y Túnez, se abucheó el himno nacional francés, lo que motivó las afirmaciones del Presidente francés, Nicolás Sarkozy, de legislar para que fuera suspendido todo espectáculo deportivo en el que se afrentasen los símbolos nacionales franceses.

¿Qué motivos hay para que España tolere semejantes faltas de respeto y de menosprecio a sus símbolos? Desde DENAES instamos al gobierno de la Nación para establecer los cauces legales y policiales para que un espectáculo deportivo de estas características sea suspendido de inmediato, si como sucedió ayer el himno u otros símbolos de la Nación Española son abucheados por una parte numerosa del público.

Pues bien, sea como fuere, y al margen de los gravísimos hechos comentados, anoche, la televisión pública, es decir Televisión Española, primero censuró el abucheado himno nacional, mediante el vergonzoso truco de realizar conexiones con Bilbao y Barcelona, para después, en pleno descanso del partido emitirlo, eso sí, con el sonido ambiente considerablemente reducido. Al parecer, la consigna, una vez más, es ocultarle a los españoles lo que realmente ocurre en su nación. Para decirlo directamente, TVE aplicó la censura, maniobra que, no por inadmisible es novedosa. Veamos algunos ejemplos del proceder de dicha televisión:

Es TVE un medio, que algunos llamarán de comunicación y otros de propaganda, en el que se han erradicado los topónimos españoles para dar paso a los nacionalistas. Es también en el llamado «ente público» donde se practica un constante y sesgado revisionismo histórico que sólo busca instalar la división maniquea entre españoles.

Siempre al servicio del gobierno de turno, TVE poco o nada aporta a la unidad nacional, haciendo de la censura y la manipulación, método, como quedó anoche una vez más, demostrado. Desde DENAES no podemos sino instar a su director, Luis Fernández, a presentar su dimisión como máximo responsable de lo acaecido. Como alternativa, sólo contemplamos el cese fulminante de semejante personaje.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA