Desde DENAES estimamos que todo ello constituye razón más que sobrada para considerar al señor obispo de San Sebastián como un enemigo declarado de la Nación española.


uriarte.jpgJuan María Uriarte, obispo de San Sebastián, intervenía la semana pasada en la campaña electoral vasca con una nota pastoral en la que la diócesis guipuzcuana tenía a bien arremeter contra las ilegalizaciones de brazos políticos de la banda terrorista ETA como puedan serlo Democrazia 3 Milloi o Askatasuna. Y es que, en efecto, a juicio de este clérigo español, tales suspensiones decretadas por los jueces contribuirían, muy negativamente, a envenenar la convivencia social en las provincias vascongadas produciendo, por lo demás, un efecto distorsionador en el mapa político vasco.

Así, según razonaba el señor obispo en la mencionada carta: «Por muy repugnante que nos pueda parecer el proceder de algunos de sus dirigentes ante los asesinatos y atentados o por una hipotética conivencia o complicidad o complicidad con ETA (aún por demostrar judicialmente), dejar sin representación a una parte minoritaria pero significativa de nuestro pueblo es un mal para esa comunidad política: limita el ejercicio de un derecho fundamental, distorsiona el mapa electoral y propicia un proceso de excepcionalidad apoyado en una ley también excepcional, la Ley de partidos».

Pues bien, al margen de lo paradójico que pueda resultar el considerar como excepcional un tipo de legislación muy habitual en otras naciones políticas de nuestro entorno, que desde luego nunca consentirían –con toda razón– amenazas formales secesionistas como la representada por la ETA, la primera consideración que dinama de comunicados como el citado es que con palabras como estas, Monseñor Uriarte se estaría situando de hecho en unas posiciones muy similares a las adoptadas por los representantes de facciones separatistas como el PNV, EA, Aralar, &c puesto que tales facciones, sin perjuicio de «condenar» los asesinatos etarras («la violencia») habrían llegado a establecer lazos muy firmes de solidaridad con los propios asesinos en virtud de la coincidencia con sus fines soberanistas. Una solidaridad ejercitada principalmente contra la Nación española (cuya unidad e identidad no estaría, a nuestro juicio, menos amenazada por el PNV que por ETA) que ha llevado a tales partidos nacionalistas periféricos a denunciar enérgicamente la supuesta «ilegalización» de ideas emprendida por España incluso llegando, en su grosería argumental, a hablar de un supuesto «Apartheid» jurídico, etc.

Y ciertamente no extrañará nada que Monseñor Uriarte haya decidido sumarse a tal coro solidario esencialmente antiespañol. Ello resultará tanto menos sorprendente al menos cuando recordamos, por ejemplo, el tipo de entornos frailunos en los que se incubó la ETA en sus orígenes pero también el componente clerical que siempre ha mantenido el secesionismo vasco desde la época de Sabino Arana.

Desde DENAES estimamos que todo ello constituye razón más que sobrada para considerar al señor obispo de San Sebastián como un enemigo declarado de la Nación española.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA