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Éste lunes la semana comenzó con una móvil polémica que aún circula, el famoso autobús de la Asociación Hazte Oír. Esta asociación, de corte católico, ya se ha dejado sentir en otras ocasiones con motivos tales como la ley del aborto mediante plazos, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la asignatura de Educación para la Ciudadanía, alternativa escolar a la religión católica. Como los lectores sabrán, el autobús circulaba vestido de un llamativo naranja, monigotes de un niño y una niña y la inscripción «Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siendo mujer».

Hazte Oír, como ha dicho su presidente en una rueda de prensa, con esto pretende reivindicarse contra «las leyes de adoctrinamiento sexual», ya que sus mensajes están amparados por la libertad ideológica y de expresión, la cual consideran «cada vez más amenazada por el lobby gay». Ellos, dicen, sólo afirman «un hecho de la biología que se estudia en las escuelas». Porque decir «que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva es algo que describe una realidad».

Ante esto, evidentemente, colectivos opositores como los LGTBI no han tardado en levantar su protesta, considerando el mensaje un ataque y hasta un delito de odio. Tal ha sido el revuelo que el Ministerio Público ha tenido que estudiar el caso y el autobús ha sido inmovilizado y multado. También en previsión de cumplir la normativa que prohíbe anuncios «en cualquier tipo de vehículo o remolque, en circulación o estacionado, excepto la que se realice en los vehículos destinados a transporte público». También han sido varios los alcances de grandes ciudades que han prohibido la circulación del autobús en sus ciudades, tal y como Hazte Oír pretende. Los cuales también se han preguntado por qué a ellos se les prohíbe difundir sus mensajes por ejemplo por el País Vasco y Navarra, cuando en esas regiones la asociación de familias de menores transexuales Chrysallis pudo colocar carteles en marquesinas de paradas de metro y autobús con el lema «Hay niñas con pene y niños con vulva».

Desde DENAES queremos hacernos eco del trasfondo de toda esta polémica: la libertad de expresión. Nos preguntamos si todo esto no está revelando, por parte de las autoridades, un favoritismo a ciertas ideologías en detrimento de otras. Y, por tanto, si con esto no se convierte a la afamada libertad de expresión en una hipócrita expresión —y ley— más. Para tener libertad hay que tener libertad de hacer algo y para hacer algo, y en el caso de la libertad de expresión, hay que tener algo que decir o esa libertad es inocua, inútil. Además, la libertad, para que sea, debe ser igual para todos. A pesar de que no haya libertad sin oposición contra las diversas determinaciones de libertades contrarias. Pero un Estado, o sus autoridades regionales, no pueden tener otro criterio que la ley. El Estado, en tanto Estado —y sus autoridades— es neutral. O debe serlo.

A su vez, lo que es todavía más preocupante, las avalanchas de amenazas que ha recibido la asociación católica, algunas de muerte, también revelan que la «sociedad civil» —o partes de ella— no está tanto por la labor del diálogo y la discusión como del insulto y la amenaza ante quienes piensan diferente. Desde DENAES no podemos dejar de preguntarnos qué «salud democrática» puede haber ante tales enconos ideológicos, desprecios y amenazas. Si la afamada pluralidad es una de las características de la democracia —realmente existente—, estas censuras y violencias —aunque de momento sólo sean verbales o pictóricas— revelan que de pluralidad y libertad más bien hay poco.

No menos peligroso para la nación española y su democracia que los secesionismos, la corrupción económica, el terrorismo y tantos otros temas que en estas páginas se tratan, es éste aumento progresivo del odio y el desprecio.

Fundación para la Defensa de la Nación Española.