Sabater proclamó sin rubor que, «la fiesta del 12 de octubre no tiene arraigo aquí. Hay un movimiento de crítica y debate hacia su significado. Día de la raza, día de la hispanidad… son valores del colonialismo. Sería injusto decir que solo se ha cuestionado aquí además, en Estados Unidos hay un movimiento en contra del Columbus day y a favor del día de los pueblos indígenas».

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Como era de prever, las fechas cercanas a la celebración del Día de la Hispanidad han servido como escenario propicio para que los muchos españoles embrutecidos y fanatizados por la Leyenda Negra saquen su ignorancia e hispanofobia a pasear, encontrando su eco en muchos medios de comunicación. En tan bochornosa escena, ha tenido un relevante papel la alcaldesa podemita de Badalona, Dolors Sabater, quien ha pretendido convertir, bajo el habitual subterfugio de la voluntariedad, en laborable tan señalada jornada dentro de su municipio, gobernado gracias al apoyo del PSC. En particular, el pseudoargumento que ha tratado de esgrimir la Sabater ha sido el manido mantra del genocidio que según sus nublados, por no decir nulos, conocimientos de la Historia de España, habría cometido el Imperio español, denominación que intuimos, causará gran escozor en la edil de Badalona.

En concreto, y en unas manifestaciones vertidas a Onda Cero, Sabater proclamó sin rubor que, «la fiesta del 12 de octubre no tiene arraigo aquí. Hay un movimiento de crítica y debate hacia su significado. Día de la raza, día de la hispanidad… son valores del colonialismo. Sería injusto decir que solo se ha cuestionado aquí además, en Estados Unidos hay un movimiento en contra del Columbus day y a favor del día de los pueblos indígenas». A semejante batiburrillo ideológico, note el lector el impertinente uso del vocablo «colonias», se sumó la obligada alusión a Franco, pues, según comentó esta profesional de la cosa pública: «Franco la usó para sus valores más fuertes de adhesión al régimen. Por qué tenemos que ligar la adhesión nacional a esta fiesta y no al día de la República o al día de la Constitución, con un contenido mucho más democrático».

Como es lógico, la iniciativa badalonesa tuvo su réplica en Madrid, también gobernada por Podemos con el indispensable apoyo del PSOE. En la capital de España, ese nombre que Pablo Manuel Iglesias Turrión confesó no poder pronunciar, ha podido verse, colgada en el balcón de la Junta Municipal de Centro la así llamada wipala, bandera cuadriculada y multicolor que se utiliza en el área andina por indigenistas de diverso grado, siendo el más destacable de ellos el disparatado Evo Morales, convenientemente asesorado por socialfascistas españoles. El hecho, además, coincide casualmente con el viaje a Colombia de la alcaldesa, Manuela Carmena, quien, como el resto de sus correligionarios podemitas, tampoco estará presente en el desfile que desarrollarán en Madrid representantes del poder militar de la sociedad política española, es decir, de España, o lo que es lo mismo, de uno de los productos del generador Imperio español.

La concatenación de estas manifestaciones tan negrolegendarias como españolas, no debe extrañar al lector si se tiene en cuenta que en nuestra nación se ha cultivado, desde hace décadas y de diversos modos, tan nefanda ideología, ya sea agitando el fantasma de ese genocidio que nunca existió, ya silenciando la Historia de España, considerada vergonzante por un amplio sector de españoles acomplejados que se autodesprecian.

Cabe, no obstante, desde nuestra modesta tribuna, recordarles, o por mejor decir, informar a estos sujetos, los autoproclamados representantes de «la gente», que, al margen de todos los argumentos que, desde el mundo académico, se han levantado para combatir la Leyenda Negra, la celebración de fiesta de la que ellos reniegan no la inventó Franco, sino que resulta de la evolución de unas celebraciones diseñadas por un abogado gijonés llamado Faustino Rodríguez-San Pedro Díaz-Argüelles, quien en 1913 ya impulsó la llamada Fiesta de la Raza, cuyo significado no es el que seguramente sospechan los podemitas, sino uno muy ajeno a los rasgos físicos. En definitiva, la raza celebrada por Rodríguez recogía un viejo antagonismo muy implantado precisamente en los países hispanoamericanos durante el siglo XIX: la oposición entre la raza anglosajona y la hispana. Este objetivo, en los tiempos de un Franco adolescente, son los que se perseguían entonces y los que luego se transformarían en unos fastos que deben celebrar la realidad de una parte constitutiva de la Humanidad llamada Hispanidad y marcada, de forma inequívoca, por el extendido uso de la lengua española, esa misma que muchos podemitas pretenden marginar en diversas regiones españolas que, de renunciar a tan valioso legado, quedarían desgajadas de tan universal colectivo, paso previo a su absorción por otras plataformas políticas menos divagantes que la aludida.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación Española