Si la manipulación de la toponimia y la inmersión lingüística son dos de los aspectos fundamentales de la estrategia de los sediciosos antiespañoles a largo plazo, no resulta menos importante el daño que con sus proclamas producen a los españoles de más tierna edad


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A lo largo de los últimos editoriales estamos detallando las diversas estrategias que los sediciosos utilizan, con el objetivo de lograr su objetivo final, que no es otro que el descuartizamiento de la Nación Española, para formar sus fantasiosas naciones fraccionarias. Hoy debemos hablar de la forma en la que estos españoles que han dejado de serlo en sus objetivos y aspiraciones, asociados en sectas con fines delictivos como son la sedición y la alta traición, moldean a los infantes españoles que caen en sus manos, ya desde su más tierna edad, en el odio a España y su inmersión en la ideología separatista.

Esta utilización de los niños para la política no es nueva ni tampoco es privativa de los sediciosos. Ya hemos visto recientemente el infame programa 26 J. Quiero gobernar, donde pudimos ver el nivel tan rastrero con el que se utiliza a los niños, tratándoles como si fueran adultos y sometiéndoles a una sesión de demagogia política con el único objetivo de captar votos; muy sintomático de ello resultó el primero de los programas, en el que Pablo Iglesias Turrión ejemplificó a la perfección el papel del sofista que instruye a los más jóvenes en el «todo vale», afirmando que la política consiste en lo mismo que elegir un delegado de clase y que gane quien ofrece a sus compañeros golosinas gratis. O que, en logsiano ejemplo, eliminará los deberes escolares, para que los niños no se esfuercen en absoluto y aprendan desde pequeños que debemos acostumbrarnos a la pereza y a no esforzarnos por nada, que ya nos lo darán todo hecho.

En el caso de los sediciosos, esta manipulación resulta especialmente perniciosa, al transmitirle a unos alumnos que ni siquiera han adquirido nociones del pensamiento abstracto que las naciones vasca o catalana han sido oprimidas por España (o Francia) desde la noche de los tiempos, haciéndoles aprenderse de memoria mapas de ficticias y delirantes entidades como Euskal Herria o los Países Catalanes. Aún más grave es comprobar cómo en las edades infantiles se arrincona, margina y señala a los niños que se expresan en español en lugar de en la lengua vernácula, que es considerada vehicular, en el centro señalado. Así, son habituales estos últimos tiempos los casos que salen a la luz en Cataluña, en los que a niños de apeñas cinco años se les «marca» con el recurso tan habitual de usar una carita enfadada o un punto rojo, cada vez que se expresan en la lengua común de toda la Nación Española, por no ser «la lengua vehicular» del centro y en consecuencia reciben una valoración negativa en su faceta de la expresión oral. El arrinconamiento del español y de sus hablantes, que a la postre son todos los españoles residentes en Cataluña, comienza ya en la edad preescolar…

Y si esto sucede, con toda la pasividad del mundo de parte de los sucesivos gobiernos de la Nación Española, qué decir de etapas de la enseñanza más avanzadas. Qué decir de la prueba de la selectividad que recientemente han afrontado las últimas generaciones de bachilleres en este mes de junio. Las preguntas que componían el examen de Historia en las pruebas de selectividad celebradas en Cataluña son un ejemplo de la manipulación histórica en la que se moldea a los adolescentes, evidenciando no sólo esta secular tendencia, sino la grave patología de las instituciones españolas en Cataluña, como la propia Generalidad que da pávulo a semejantes mentiras, acrecentadas en el contexto de un proceso separatista hoy varado y que ha provocado diversas frustraciones y lamentos en tan degeneradas criaturas sediciosas.

Así, estos exámenes, producto de la politización extrema de las aulas, incluyeron un comentario sobre el cuadro de Ramón Casas titulado La carga (1899), que representa a un Guardia Civil que intenta no atropellar a un manifestante, pero que los sediciosos manipulan para presentarlo como una presunta represión ejercida por la Guardia Civil, esa «corrupta fuerza policial al servicio del españolismo», durante una huelga acontecida en Barcelona en 1902. Pintura que además fue cedida por el Patrimonio Nacional cedió al catalán Museo de la Garrocha, en Olot, en 1911.

En segundo lugar, aparecía en dicha prueba una noticia de El Correo Catalán en 1939 en la que se informaba de las presuntas multas que el Gobierno Civil español había impuesto a varios comercios por rotular y usar impresos en catalán. Situación curiosa, pues es bien sabido que hoy día en Cataluña se produce la situación contraria a lo que señala esta presunta noticia: que los comerciantes que en Cataluña rotulan en español son sistemáticamente multados. Tal es el caso del empresario Manuel Nevot, que fue multado en reiteradas ocasiones por la Generalidad por rotular su negocio en español, en la lengua oficial de toda la Nación Española. Este esforzado ciudadano español, de ochenta años de edad, se ha gastado ya la friolera cifra de veinte mil euros en gastos de abogados para defender su más que legítimo derecho a poner Fincas Nevot en el rótulo de su negocio en vez de «Finques Nevot».

La tercera pregunta del examen de selectividad en Cataluña se refiere a un decreto de la Generalidad de 1934 respecto los derechos de las mujeres en la comunidad catalana, en comparación con la atrasada España; la cuarta y última, muestra una imagen del embarque de tropas de Marruecos en el aeródromo de Tetuán en 1936, al comienzo de la Guerra Civil, insinuando en línea con la «memoria histórica» que este conflicto armado fue una simple decisión de una casta militar apoyada por una ingente ayuda extranjera.

Pero no se preocupen, que la solución a este constante desmán que el separatismo provoca en diversos lugares de nuestra Nación, la tiene el nefasto ex Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, que recientemente ha afirmado que no habrá ruptura de la Nación Española en Cataluña, y que todo se solucionará cuando todos los españoles aprendamos a hablar la lengua vernácula catalana: «España debe hablar también en catalán», dijo ante unos atónitos militantes socialistas que asistieron a un mitin celebrado en la barcelonesa localidad de Santa Coloma.

Desde la Fundación Denaes volvemos a denunciar el proceso de destrucción de la identidad común a todos los españoles en diversos lugares de la geografía nacional, esta vez poniendo el énfasis en las generaciones más jóvenes de nuestros compatriotas, sometidos a una constante manipulación partidista desde su más tierna infancia, para convertirlos en españoles que sientan desafección a su propia patria, y se conviertan en el mismo tipo de tarados y enajenados que sus sediciosos y mercenarios adoctrinadores.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.