Queden estas líneas críticas a la disposición de quienes visitan los editoriales de DENAES, Fundación que carece de compromisos partidistas pero que reafirma su compromiso con la defensa de la Nación, de toda la Nación


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El debate a cuatro celebrado en las primeras televisiones nacionales, privadas y públicas, ha dado paso a las habituales tertulias en las que se desmenuzan más los gestos y las intenciones que los argumentos, escasos, desplegados ante las telepantallas bajo el rigor del cronómetro manejado por los moderadores. Ampliamente publicitado, el debate ofreció lo que era ya previsible, si bien, y puesto que de entre el cuarteto saldrá previsiblemente el futuro presidente de España, parece oportuno dar algunas pinceladas críticas en relación a el mentado evento.

Por la parte del Gobierno en funciones, Rajoy puso sobre la mesa el que acaso sea su mayor activo: la experiencia en tan compleja tarea. Tuvo el gallego que esquivar las continuas arremetidas de sus interlocutores cuando se trató de la corrupción, de cuya dimensión delictiva bien sabe un partido en gran medida podrido por tales prácticas. Rajoy, pudo constatar de nuevo hasta qué punto es el enemigo señalado sobre todo del sectario Pedro Sánchez, encantado de exhibir su mayor creación: el cordón sanitario al PP; pero también de un Iglesias que desde hace tiempo trata con desdén al PSOE mientras centra sus invectivas en el “PP de Rajoy”, tras cuyo desalojo del poder, si hemos de creer al interino profesor de Somosaguas, España, o por mejor decir, el Estado español, alcanzaría esa justicia que los de la calle Génova se encargan de negar. En tal contexto, Rajoy se fajó y trató de salir de las cuerdas exhibiendo datos económicos y de empleo, no sin olvidar hacer un recuerdo de ese presidente socialdemócrata, tan admirado por Iglesias, que dejó a España al borde del rescate. Tal peligro fue, naturalmente, explotado por Rajoy para recordar cuál ha sido hasta hace un tiempo, el país más elogiado por Podemos, con el activo apoyo de Iglesias: esa Grecia que hoy es campeona de los recortes y del sometimiento a Europa.

Si esta fue la actividad de Rajoy, a su izquierda se colocó Pedro Sánchez, cabeza visible de un PSOE que vive sus horas más bajas, situación que no cabe atribuir en exclusiva a su persona, por más que no parezca que oculte nada tras su bien parecida planta. Un mínimo de autocrítica por parte de los sectores profesionales y simpatizantes del PSOE, debería culpar también de la actual deriva socialista a quienes pusieron en órbita a Sánchez creyendo que su figura reeditaría los éxitos electorales del PSOE de Zapatero –al fin y al cabo muchos son los que viven del número de escaños obtenidos- sin reparar en el daño que a la nación podría hacerle una decisión que se ha mostrado preocupante, pues el sectario Sánchez todavía puede acarrear graves perjuicios, los referidos a la Nación, en su desesperado intento de acceder al poder. Uno de los principales perjuicios viene dado por esa propuesta, la de la España federal, de la que nadie ha sido capaz, tampoco Rajoy, de extraer la menor precisión en cuanto a su implantación en España. Sánchez, cuando del enorme problema territorial que aqueja a España se trata, se limita a balbucear esta, al parecer, mágica solución de la que nada sabemos, pero que sospechamos no es sino un subterfugio para seguir dando privilegios a aquellas regiones donde se fomenta la deslealtad y la desnacionalización de España. En su empecinamiento federalizante, Sánchez muestra su gran debilidad como hombre de Estado al que le queda grande tal condición, al tiempo que se presenta como una mera figura instrumentalizada por sectores de su partido incapaces de tener una mínima idea solvente de la Nación que vaya más allá de folclóricos y sentimentales atributos.

Siguiendo con nuestro repaso, no podemos olvidarnos de Albert Rivera, cuyo partido se ha desdibujado ampliamente al tomar contacto con la realidad, compleja, de una nación de la envergadura de España. Lejos de su región de nacimiento, Ciudadanos se ha visto obligado a engranar con la realidad política nacional, de la cual ha salido manchado por sus pactos con el PSOE andaluz, formación que figura a la cabeza nacional en cuanto a sus actos delictivos, el llamado caso de los EREs. Tuvo, no obstante, Rivera, la habilidad de recordarle a Iglesias el principal pecado en el que ha recaído últimamente: su alianza con ese histórico sector de la casta que responde a las siglas IU, partido que ha participado en todas aquellas acciones que los podemitas señalaban antes de olvidarse de esos círculos que los auparon al poder y los cargos bien remunerados. Si este fue un momento intenso del debate, ante el que Iglesias frunció, indignado, el ceño, las propuestas de Ciudadanos, tan interesado en distinguirse del PP, fueron a menudo evanescentes, especialmente en asuntos cruciales de los que parecen haberse olvidado: Ciudadanos ya no reclama con el antiguo ardor el derecho a la escolarización, o al menos la prohibición de tal derecho, en español. A este olvido ha añadido la europeísta formación, esa delirante idea consistente en hacer del inglés la lengua vehicular de los escolares españoles… Ciudadanos ejercita el tan famoso “en Europa nos encontraremos” que tantas veces esgrimieron sujetos de cuyo nombre preferimos no acordarnos.

Finalmente, a la izquierda, la derecha para los televidentes, se situó Iglesias. En su habitual estilo, Iglesias desplegó todos los efectismos que tanto gustan a su parroquia, presentándose como alternativa a Rajoy, objetivo para el que exigió el apoyo del despechado Sánchez. Junto a una serie de medidas económicas de difícil implantación, el líder podemita repitió lo que viene siendo habitual en relación al problema territorial. Profundamente aquejado de fundamentalismo democrático, el profesor es partidario de otorgar a Cataluña, pero también a las Vascongadas y Galicia, el derecho a decidir mutilar a España. Así, ante la ciudadanía, dejó clara una vez más su intención de destruir la nación que pretende presidir apelando a una nebulosa y confusa idea de patriotismo que es capaz de prescindir precisamente del territorio.

Queden estas líneas críticas a la disposición de quienes visitan los editoriales de DENAES, Fundación que carece de compromisos partidistas pero que reafirma su compromiso con la defensa de la Nación, de toda la Nación.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española