Sendas reuniones con los separatistas flamencos Bart de Wever y Geert Bourgeois, además de una conferencia en el Festival de Flores y Plantas de Gante. Estos son los magros resultados obtenidos en la mentada gira pagada con el dinero de ciudadanos que han visto muy mermada la calidad de sus servicios públicos


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Días después de que Rajoy, manteniendo el mismo ceremonial que su predecesor Zapatero, impulsor del Estatuto que abrió la caja de los truenos separatistas, recibiera a Puigdemont, y que Soraya Sáenz de Santamaría hiciera lo propio con otro independentista confeso: Oriol Junqueras, el presidente de la Generalidad decidió hacer una gira por el corazón de la Europa, concretamente por la Bruselas golpeada recientemente por el terrorismo islámico.

La estrategia seguida por Puigdemont no es, ni mucho menos nueva. Todo español mínimamente consciente de la realidad política en que vivimos es plenamente consciente del enorme interés que los sediciosos tienen en eso que dan en llamar «internacionalización del conflicto», ya sea a base de embajadas donde colocar a sus paniaguados, ya tratando de usurpar o duplicar la acción diplomática española, o incluso invitando a observadores internacionales para dar más boato a sus mascaradas.

La última de estas maniobras la ha protagonizado el sucesor de Artur Mas, acompañado de su fiel Romeva, individuo que representa el papel de sedicente y sedicioso ministro de asuntos exteriores de esa Cataluña que los más furibundos y esquizofrénicos separatistas, instalados en una realidad paralela, ya consideran independiente, cayendo de este modo, lo sepan o no, en una flagrante petición de principio de la que sólo salen tras reveses como el padecido por el hirsuto presidente catalán.

La maniobra fallida había comenzado con los oscuros manejos de Amadeo Altafaj, quien funge como ficticio embajador catalán en Bruselas. Su propósito era conseguir una reunión con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, propósito que, tras verse incumplido, obligó al presidente catalán a mentir negando que tal petición se hubiese llevado a cabo. No obstante, el embuste fue pronto descubierto gracias a Mina Andreeva, portavoz del esquivo Juncker que sin duda es consciente de los peligros que podría entrañar una reunión con tales elementos. Bruselas, de momento, no paga traidores.

Huelga decir que desde la Fundación DENAES contemplamos con satisfacción el ridículo de Puigdemont, si bien somos conscientes tanto de la gravedad de unas acciones que debieran ser abortadas desde el Gobierno, como de que la persistencia en las desleales maniobras por parte de los sediciosos, algún día lograrán sus propósitos habida cuenta de la fragilidad de una Unión Europea que está seriamente amenazada desde dentro pero también por parte de agentes externos, singularmente los islamistas.

Sendas reuniones con los separatistas flamencos Bart de Wever y Geert Bourgeois, además de una conferencia en el Festival de Flores y Plantas de Gante. Estos son los magros resultados obtenidos en la mentada gira pagada con el dinero de ciudadanos que han visto muy mermada la calidad de sus servicios públicos.

Con menos publicidad y, por supuesto, menos apoyo oficial, la eurodiputada Teresa Giménez Barbat, ha presentado recientemente una crucial pregunta a la Comisión Europea sobre si las sanciones que está imponiendo la Agencia Catalana de Consumo de la Generalitat de Cataluña a los establecimientos que rotulan en lengua española no suponen una vulneración del artículo 22 de la carta de derechos fundamentales de la UE.

El asunto es, efectivamente crucial, no sólo por lo que tiene de represión de derechos individuales, incluyendo el amparo que a la delación anónima da la Generalidad y su nutrida red de chivatos, sino porque como venimos defendiendo desde hace tiempo, la lengua española, o mejor dicho, la no discriminación de la misma en territorios de la Nación, es un asunto esencial para la viabilidad y eutaxia de España. Los datos, en este sentido, son escandalosos, toda vez que el pasado año las multas han aumentado un 173% ante la pasividad de un Gobierno que habitualmente tiene que tapar todos los agujeros financieros que abren los gobernantes de esta región.

Concluimos. Los hechos expuestos y denunciados en este editorial, no por repetidos son menos graves. La estrategia de las sectas catalanistas es bien conocida, razón por la cual, desde la Fundación DENAES, apelamos a la responsabilidad de los gobernantes de la Nación Española para que todo el peso de la ley recaiga sobre estas bandas delictivas que ya preparan nuevas extorsiones y chantajes al Gobierno que salga de las urnas el próximo 26 J.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española