Quienes constantemente apelan a la democracia como solución al separatismo, olvidan que los separatistas antiespañoles aspiran a destruir la democracia española para que de sus ruinas surjan las democracias vasca o catalana


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El sedicioso Sabino Cuadra, pese a la inusitada generosidad del Presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, que por hartazgo le expulsó de una reciente sesión de las cortes, no sólo se negó a retractarse de su ultraje a la Constitución Española, sino que dejó una peculiar justificación de su vergonzosa actuación: según el impresentable Cuadra, actos peores tuvieron lugar en el Parlamento Vasco y nunca hubo sanción, en referencia a la sesión parlamentaria del año 2008 en la que Santiago Abascal, miembro del Patronato de nuestra Fundación y por entonces parte del grupo parlamentario del Partido Popular en la cámara vasca, rompió una papeleta del referéndum ilegal que el entonces presidente vasco, Juan José Ibarreche, quería realizar.

Como es lógico, Abascal ha respondido señalando que la comparación es totalmente impertinente, puesto que aquel referéndum, al igual que el ultraje de Sabino Cuadra, sólo buscaba dividir a los españoles, destruyendo la convivencia democrática, la legalidad constitucional y la soberanía nacional. Concluye Abascal que «rompí la papeleta del Plan Ibarreche precisamente para defender la legalidad constitucional y la unidad de España». Pero para quienes se encuentren inmersos en la corrupción ideológica del fundamentalismo democrático y consideren la democracia una forma pura y perfecta de gobierno, tan lamentable sería arrancar páginas de nuestra Carta Magna como romper las papeletas de un referéndum secesionista, puesto que la forma democrática anegaría los contenidos positivos a los que hace referencia: los de la Nación Española.

También durante esta semana hemos conocido que el PSOE no se ha sumado a una Proposición no de Ley del PP formulada en la Asamblea de Madrid en defensa de la unidad de España, que ha salido adelante con el respaldo de Ciudadanos. El texto, que caracteriza a España como «gran nación» y sostiene que sus ciudadanos «tienen derecho a seguir siendo españoles, libres, iguales y con obligaciones y derechos fundamentales garantizados por la Constitución», constituye una defensa de la Nación Española que, como bien sabemos desde nuestra Fundación, no tiene etiquetas ideológicas.

Si recientemente el PSOE en Baleares votó en contra de una iniciativa similar presentada por Ciudadanos, ahora han mantenido una tibieza difícilmente explicable. El grupo socialistas en la autonomía madrileña afirma que su partido siempre ha defendido la unidad de España, pero que no tiene que hacer permanente ostenciación de ello, ni siquiera ahora que la propia unidad de España está siendo constantemente amenazada desde varios frentes. Parece que al PSOE le basta con poner una imagen gigante de la bandera para luego apoyar la famosa Ley de Consultas o sumarse a la Asociación de Municipios por la Independencia en Cataluña. Esto es, el PSOE es un partido patriotero en sus formas, pero huye del patriotismo en sus hechos.

Por su parte, el grupo de Podemos en la Comunidad de Madrid ha votado en contra, porque según su portavoz, Ramón Espinar, el Partido Popular intenta imponer «la España de Don Pelayo y el Capitán Trueno» [sic], destacando que su patriotismo no es «de banderas» sino «el que defiende los derechos de la gente». Merece la pena detenerse en estas afirmaciones de Espinar, puesto que dentro de su disparatado mundo, «coherente» en su delirio, se muestran muchos de los símbolos de la concepción fundamentalista de la democracia: habla despectivamente de «la España de Don Pelayo», el considerado primer rey de la Monarquía Hispánica, porque en efecto la Nación Española proviene genealógicamente de ese núcleo que fue expandiéndose frente al Islam que había invadido la Península Ibérica, y que acabará derivando en un estado centralizado con los Reyes Católicos, antesala de la Nación de ciudadanos proclamada en 1812. Pero para Espinar semejante genealogía es perversa, digna de ser ridiculizada apelando al exitoso cómic del «Capitán Trueno», puesto que ellos no defienden «banderas», sino «los derechos de la gente». Cabría preguntarse si Espinar desconoce que su líder, Pablo Iglesias, no ha protagonizado diversos actos apelando a la anacrónica bandera tricolor de la Segunda República o jugado partidillos de fútbol luciendo la ridícula camiseta tricolor de una hipotética Selección Española «Republicana». Para Espinar, su patria es, en suma, la democracia, no España.

Pero semejantes derechos jamás podrán ser defendidos si la Nación Española quiebra en su unidad y pasa a ser ese fantástico «país de países» que Podemos sostiene constantemente, o simplemente una estructura fragmentada y condenada a su desaparición. ¿Qué política social podrá llevarse a cabo para defender «los derechos de la gente» cuando España acabe en ruinas por el triunfo de las amenazas que se ciernen sobre ella? Y Podemos ha señalado expresamente que, de gobernar la Nación, lo primero que hará es convocar un referéndum separatista en Cataluña, aunque en su cinismo afirman que votarán y harán campaña por el Sí a la permanencia de Cataluña en la Nación Española. Como si el «derecho a decidir» no implicara de entrada la existencia positiva de una patria, en este caso la Nación Española, cuya pervivencia no depende de una voluble «voluntad general» sino de un sustrato histórico previo sin el que cualquier forma de gobierno, democracia incluida, no es más que un castillo en el aire…

Desde la Fundación Denaes hemos transitado por el triste panorama que nos ofrece la Nación Española respecto a la cuestión del patriotismo, puesto entre paréntesis por una defensa abstracta de la democracia como solución al separatismo, ignorando precisamente que los sediciosos no son antidemócratas, sino todo lo contrario: aspiran a formar las futuras «democracia vasca» o «democracia catalana» una vez que la «democracia española» sea derrumbada. En consecuencia, no puede concebirse ningún tipo de democracia en España si la Nación Española es derribada por los sediciosos, que aprovechan la corrupción del fundamentalismo democrático para ir ganando posiciones.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.