Pese a que su presencia mediática ha disminuido notablemente en la última década, la amenaza separatista en el País Vasco, tanto contra la unidad como contra la identidad de la Nación Española, continúa firme y sin trabas


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Durante la jornada electoral en Cataluña del 27 S, Ignacio Urkullu, Presidente del PNV, pareció sentirse ninguneado por el indudable protagonismo que en los últimos años ha conseguido el separatismo catalán, en detrimento del poder mediático que mostraban años atrás los sediciosos vascos. Así lo manifestó en un discurso pronunciado durante la celebración del Día del Partido Nacionalista Vasco, el «Alderdi Eguna», en las campas alavesas de Foronda: «Euskadi también existe», y pidió expresamente al gobierno del Partido Popular que transfiera más competencias. En resumen: que, además de en Cataluña, «también tienen un problema en Euskadi». Eso sí, homenajeó a sus «camaradas» separatistas catalanes, solidarios contra España, haciendo ondear una señera y les deseó suerte, pidiendo «respeto a la democracia».

Por su parte, el presidente peneuvista, Antonio Ortuzar, tomando la palabra de Urkullu a propósito de la vía de la «construcción nacional» para Euskadi mediante una consulta legal y el reconocimiento de una «bilateralidad» entre Euskadi y «el Estado» (sic), ha rematado la faena afirmando que Mariano Rajoy puede quedarse «con su ciudadanía española», porque «nosotros somos vascos y sólo vascos» que lograrán su fantasioso y delirante «derecho a la autodeterminación».

Fue precisamente hace diez años, en el 2005, cuando el anterior presidente autonómico del PNV, Juan José Ibarreche, defendió en el Congreso de los Diputados el denominado «Plan Ibarreche», con el que esta sin par secta separatista ya había proyectado una «hoja de ruta» para separarse de la Nación Española, pues mantendría el estatus de «Estado Libre Asociado», ya que las competencias hoy reconocidas como «exclusivas del Estado» en la Constitución de 1978, tales como la defensa del territorio o la acuñación de moneda seguirían siendo de España: es decir, que tanto el PNV como la Convergencia de Pujol y Mas tienen en su horizonte la independencia, pero que España siga auspiciando a las futuras naciones, que por supuesto permanecerían en la Unión Europea…

Que Ibarreche pudiera defender semejante dislate, nada menos que en el Congreso de los Diputados, era sin duda otra ocurrencia infeliz del nefasto Presidente Zapatero; pero dentro de su constante juego de trilero político, y aprovechando que los votos del Partido Popular entonces en la oposición le permitirían frenar cualquier iniciativa sediciosa, tras el discurso del presidente vasco Zapatero miró hacia el grupo parlamentario de ERC, entonces gobernando unida en tripartito con el PSC e ICV en Cataluña, y afirmó que la «vía buena» para lograr prebendas no era la de la ruptura unilateral que postulaba Ibarreche con su Plan, sino la de la reforma estatutaria catalana que se haría realidad el siguiente año.

Desde entonces, y coincidiendo con acontecimientos tales como el desalojo del poder del PNV en 2009 y el «alto el fuego indefinido» proclamado por ETA en 2011, el separatismo vasco, tanto el más aburguesado del PNV, el que «recogía las nueces» del árbol previamente agitado por ETA mediante sus constantes crímenes contra españoles, como el más radical de las marcas blancas de la organización terrorista separatista vasca, fue paulatinamente desplazado de los focos de los medios de comunicación, que se centraron casi exclusivamente en la «nueva vía» inaugurada por Zapatero, mantenida hasta la actualidad, con los constantes amagos y chantajes de separación unilateral que desde las filas sediciosas catalanas se han lanzado durante la actual legislatura.

Sin embargo, tanto la amenaza a la integridad de la Nación Española mediante el terrorismo etarra, que permanece latente como ha demostrado la reciente detención de su cúpula en Francia cuando se estaba rearmando, como la amenaza a la identidad española del País Vasco mediante la inmersión lingüística en la lengua vernácula y de laboratorio llamada eusquera (el «vasco gramático», que dicen los vascos más antiguos, perplejos al no entender lo que hablan sus nietos euskaldunes), prosiguen su camino con las competencias educativas cedidas hace ya tiempo, y sin visos de revertir la situación. No conviene olvidar que las escuelas donde se enseña el eusquera, las ikastolas, remontan su existencia a la década de 1960, es decir, en pleno franquismo, el mismo régimen que respetó la Academia de la Lengua Vasca, donde el ideólogo separatista Federico Krutwig Sagredo, criticó en 1952 a la iglesia en su relación con el eusquera antes de autoexiliarse y ponerse en el camino de la fundación de ETA.

A día de hoy, no sólo el PNV sigue teniendo el poder en el PaísVasco, sino que además las marcas blancas de ETA, como Amaiur o Bildu, tienen reconocida su existencia legal como partidos políticos y en Navarra gobierna Nafarroa Bai, que al poco de comenzar su gobierno ha sugerido que permitirán que el País Vasco anexione Navarra, antesala de la formación, junto al País Vasco Francés y La Rioja, de la fantaseada Euskal Herría. El reciente ultraje a nuestra Nación que realizó el diputado en el congreso por Amaiur, Sabino Cuadra, arrancando varias páginas de nuestra Constitución durante su intervención parlamentaria, es una buena muestra de lo viva que está esa idea delirante de Euskal Herría y lo peligrosa que resulta para la pervivencia de nuestra Nación.

Desde la Fundación Denaes, aun conscientes de que la actualidad manda, no podemos dejar de lado la amenaza secular que supone el separatismo vasco, que pese a no figurar de manera constante en los medios de comunicación prosigue en silencio su labor parasitaria sobre la Nación Española, mediante la inmersión lingüística en eusquera y la amenaza latente de ETA, así como su expansión hacia Navarra y La Rioja, en aras de consumar el delirio de la formación de una Euskal Herría independiente.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.