Sólo UPyD, a través de Andrés Herzog, ha presentado una proposición de Ley Orgánica sobre la oficialidad del español como lengua común española. Es también intención de ese grupo que la iniciativa, que nuestra Fundación solo puede ver con buenos ojos, se tramite por la vía de urgencia, si bien para lograr tal objetivo, necesitaría el apoyo de alguno de los grandes grupos del Congreso.


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El próximo domingo se celebrarán en Cataluña unas elecciones que las facciones catalanistas, dejando a un lado sus diferencias y aglutinadas en su común y visceral hispanofobia, tratan de instrumentalizar para proclamar una república catalana que supondría la mutilación de la Nación Española.

Ante semejante panorama, muchas son las voces que ahora se están pronunciando con más o menos claridad frente a tamaño desafío. También son muchos son los estudios que aparecen en los medios de comunicación para aliñar tertulias y procurar pingües beneficios a los empresarios de la cosa demoscópica.

Entre tanto ruido, no obstante, extraña el poco espacio que se le dedica al que consideramos es uno de los principales causantes de los males que aquejan a España en esa su histórica región. Nos estamos refiriendo, claro está, a un sistema educativo que desde hace décadas está en manos de quienes quieren mutilar España. Fábrica de independentistas, la escuela catalana ha marginado, hasta reducirla a una escala residual, al idioma español, al tiempo que inocula en los escolares el virus de esa hispanofobia de la que tantos viven al norte del Ebro.

Sorprende, pues, que nadie repare en este importantísimo factor, máxime cuando recientemente una familia fue hostigada por el atrevimiento de pedir que sus hijos recibieran un pobre porcentaje de sus asignaturas en la lengua de Cervantes. La realidad, tozuda, muestra que son precisamente quienes han crecido dentro de la aberrante inmersión lingüística los más ardorosos defensores de la independencia de Cataluña.

Por ello resulta del mayor interés la acción protagonizada por el líder de UPyD, Andrés Herzog, quien ha presentado una proposición de Ley Orgánica sobre la oficialidad del español como lengua común española. Es también intención de ese grupo que la iniciativa, que nuestra Fundación solo puede ver con buenos ojos, se tramite por la vía de urgencia, si bien para lograr tal objetivo, necesitaría el apoyo de alguno de los grandes grupos del Congreso.

Los motivos que han llevado a este grupo a presentar tal iniciativa tienen que ver no sólo con la potencia de un idioma universal como el español, sino también con el hecho constatado de que las llamadas lenguas vernáculas han servido para dividir a los españoles, quienes, por la vía de la provincialización y el más tosco aldeanismo, han conseguido blindar muchos puestos de la administración parapetados en esa barrera lingüística.

La solución, a juicio de UPyD, pasaría permitir algo que resulta de lo más lógico en una nación cuyos habitantes conocen, todos, la lengua española: la posibilidad de que se pueda elegir el español como lengua vehicular, terminando así con la marginación a que son sometidos quienes así desean recibir su enseñanza.

Junto a este crucial asunto, UPyD propone que las vías urbanas e interurbanas recuperen en su rotulación los topónimos oficiales en castellano, permitiendo que regrese el nombre tradicional de los diferentes lugares que las diferentes administraciones han ido erradicando. Como nota final se solicita algo tan lógico como que los diputados y senadores empleen el español, poniendo fin al esperpéntico y caro capricho de ver a sus señorías, todos hispanoparlantes, emplear pinganillos para traducir sus intervenciones realizadas en lenguas regionales. La formación magenta propone acabar con otra exclusión: la del español en diversos medios de comunicación.

En definitiva, la Fundación DENAES no puede estar más de acuerdo con todas estas propuestas, si bien en el propio planteamiento de la débil UPyD reside gran parte del problema: el hecho de que necesitan a un gran partido que apoye estas iniciativas, un partido que debería ser de ámbito nacional pero del que desconocemos sus siglas, pues no parece que ni PSOE, ni PP, ni Ciudadanos vayan a secundar la acción del partido fundado por Rosa Díez.

Esta es, por lo tanto, la situación en que se halla una España marcada por el sectarismo político que tan bien han sabido aprovechar los oportunistas sediciosos para colocar a nuestra nación al borde de la quiebra. Confiemos, no obstante, que alguno de los grandes partidos, reaccionen y sean capaces de percibir la hondura e importancia que la propuesta de este modesto partido entraña, para que, en algún momento, sea incorporada en futuros programas.