Una vez que el gobierno de Navarra se encuentra en manos de Geroa Bai coaligada con Bildu, la marca blanca de ETA, el sueño separatista de fundar una Euskal Herria independiente de la Nación Española comienza a vislumbrarse en el horizonte mediante el siguiente paso: su anexión al País Vasco


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Una vez se hizo oficial que Geroa Bai, junto a EH Bildu, gobernará en Navarra, desplazando así a la Unión del Pueblo Navarro que llegaba décadas haciéndolo (todo ello gracias al apoyo de Podemos, el partido que sostiene explícitamente que España es un «país de países» y «coherentemente» ha apoyado a quienes dicen representar a una de esas naciones oprimidas), no tardó en confesar la recientemente investida presidenta, Paloma Barkos (en lugar de Uxue, otro nombre inventado por el genial cacumen de los separatistas, como bien ha sabido denunciar uno de los patronos de nuestra Fundación, Jon Juaristi), en unas declaraciones a los medios de comunicación ha señalado que, aun no siendo una prioridad, la anexión de Navarra al País Vasco es uno de los puntos importantes de su programa, y lucharán por él.

Y es que la obsesión de anexionarse Navarra como paso previo a la formación de esa delirante Euskal Herria ha sido una constante desde la Transición democrática: incluso los separatistas más «moderados», los del PNV, lo barajaban así durante el proceso de constitución del Estado de las Autonomías, estando dispuestos desde el PSOE dirigido entonces por José María «Chiqui» Benegas, a ceder en ese sentido. Benegas, el mismo que en 1987 ganó las elecciones vascas pero dejó que gobernara el separatista Arzalluz, el «gran amigo» de Felipe González, para satisfacer los pactos de La Moncloa que permitieran a los socialistas seguir gobernando en España sin mayoría absoluta, no tenía reparos en satisfacer los deseos del separatismo vasco y cederles una porción de terreno que, sumada a La Rioja y al País Vasco-Francés, formarían esa delirante Euskal Herria independiente con la que sueñan desde hace décadas los sediciosos vascos, y de la que incluso algunos cineastas cómplices, como Alfonso Ungría, han rodado películas en las que esa «oprimida nación» es la protagonista; tal es el caso de La conquista de Albania, donde se narran las gestas de unos soldados navarros colaborando con la francesa Casa de Borgoña (y que, en el colmo de la manipulación, aparecen hablando el eusquera normalizado en el siglo XX) en virtud de los pactos dinásticos de la monarquía pamplonesa con la dinastía imperante en el trono del país vecino en el siglo XIV; todo ello como supuesto ejemplo de la existencia de una Euskal Herria independiente previa a la Nación Española…

El caso es que la definitiva consolidación y armonización del proceso autonómico trajo consigo la formación de dos comunidades autónomas como La Rioja y Navarra, precisamente como freno a los intentos del separatismo vasco a su anexión. Hoy día, una vez que el gobierno socialista de Zapatero pasó largas tardes dialogando con la banda terrorista que, en virtud del delirio que supone que los vascos hablan «la lengua del Paraíso Terrenal», ha causado cerca de mil muertos en sus crímenes contra la Nación Española, y finalmente permitió su presencia legal en las instituciones españolas, parece que los sediciosos se encuentran en plenas condiciones para recuperar su proyecto de anexionarse Navarra y avanzar en la dirección que sus delirantes planes les indican.

Los separatistas vascos, concretamente la presidenta navarra, se amparan en la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución de 1978, que señala, contradiciendo precisamente al Artículo 145.1 que niega cualquier tipo de federación entre comunidades autónomas, que serán los Órganos forales navarros los que decidan tanto su incorporación como su separación respecto a otra comunidad autónoma previa. Pero lo cierto que esta Disposición, que muchos suponen una de tantas concesiones realizadas por el Presidente Adolfo Suárez para «apaciguar» a los separatistas (y que según otros, como Jaime Ignacio del Burgo, fue en realidad una manera legal de contener la anexión «a las bravas» que pretendía el PNV del territorio navarro), es previa a la formación de Navarra como comunidad autónoma y al proceso de armonización citado, por lo que no cabe una aplicación retroactiva del mismo una vez que Navarra es autonomía. Algo también reconocido en el seno de la famosa Disposición…

Barkos, que nunca ha ocultado su filiación a las ideas y el entorno de ETA, a los «aberchales», ha reconocido abiertamente la posibilidad de incorporar Navarra al País Vasco, una vez que el proceso de «colonización» separatista haya sido convenientemente realizado, con los recuerdos de la violencia terrorista etarra aún reciente y con él el del miedo y terror que ha dejado en muchos pueblos navarros. Eso sí, la flamante presidenta navarra deja todo en manos del pueblo navarro, que ha de decidir libremente «su destino político».

Como si se tratara de la anexión de Tejas por Estados Unidos o la de Austria por la Alemania nazi, parece que el pueblo vasco-navarro, en virtud de algún tipo de «destino manifiesto», previamente inculcado por algún clérigo que después haya colgado los hábitos y adornado de modernidad su discurso, ya hubiera logrado, por la vía de los hechos, la anexión y sólo quedase, como sucedió en los dos casos citados, realizar algún tipo de referéndum o propuesta de admisión en la futura unión política para que la anexión de Navarra fuera un hecho irreversible…
Desde la Fundación Denaes hemos de llamar poderosamente la atención sobre esta nueva maniobra del separatismo vasco, esta vez por la vía de los hechos consumados que sólo requieren de un «refrendo democrático», en el camino hacia su objetivo de la disgregación de la Nación Española del País Vasco, Navarra y quién sabe cuántos más territorios. Si ya fue un grave error permitir a ETA y su entorno su existencia legal dentro de las instituciones españolas, más grave aún ha sido la tolerancia y la dejadez de nuestras instituciones al permitirles su dañina propaganda, que tanto éxito electoral les ha otorgado, con el consiguiente peligro para la pervivencia de la Nación Española.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.