El gobierno de Mas ha previsto promover para el próximo curso escolar un 33 % de las clases en las cuales el francés será la lengua vehicular en cursos de bachillerato


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Recientemente, y gracias a la incansable labor de Convivencia Cívica Catalana, hemos sabido que el gobierno que preside Arturo Mas, empleando para ello a la rebelde y desobediente Irene Rigau, ha previsto promover para el próximo curso escolar un 33 % de las clases en las cuales el francés será la lengua vehicular en cursos de bachillerato, proporción que superaría en mucho a la que hoy tiene asignada el español en tales tierras. El idioma de Cervantes dispone de un exiguo par de horas asignadas, a lo que hemos de añadir esa sugerencia en tono de advertencia, que figura en muchos centros educativos en los que se insta a los infantes a expresarse en catalán en el patio.

Una situación que, de facto, supone la expulsión del español de los centros educativos, pues el actual gobierno, en sintonía con los precedentes, ha mostrado su incompetencia a la hora de hacer cumplir las sentencias judiciales que debieran haber servido para recuperar algo del terreno que, con obscenos objetivos políticos, se entregaron a unos partidos secesionistas que preparan la mutilación de España no sin antes someterla a altos grados de parasitismo y vampirización.

La francófila propuesta educativa, por otro lado, supone, como ya habrá adivinado el lector, el recorte efectivo de las horas impartidas en catalán, un recorte que se cifra en 10 horas semanales, dato que muestra hasta qué punto cuando veíamos a los gobernantes catalanes rasgarse las vestiduras ante las posibilidades de que el español ganara algo de terreno, no estábamos sino ante una bufa e hipócrita representación que escondía algo que ahora es evidente: tras las reacciones y aspavientos se ocultaban grandes dosis de hipocresía. La prueba evidente de ello es que los mandarines catalanistas se ocupan de que sus vástagos vayan a colegios en los cuales no se da la brutal inmersión lingüística a la que somenten a sus desdichados gobernados.

La francofilia señalada no es, en absoluto, nueva. Ya el tan chispeante como independentista Pascual Maragall, fue agraciado en su juventud por una beca ASTEF, concesión que debemos poner en consonancia con ese su proyecto de incorporar a Cataluña a la francofonía, maniobra que hemos de ver tan ligada al acercamiento al área de influencia del país galo como por lo que tiene de alejamiento de la plataforma hispánica a la que pertenece históricamente Cataluña.

La ocurrencia de Maragall tendría, al margen de las semejanzas del catalán con el idioma francés, similitudes que fueron fabricadas hace un siglo con el indudable interés de tratar de alejar a tal idioma del español, raíces históricas, pues todo independentista tiene presente, en su confuso mundo de historia ficción, los momentos en que el condado estuvo incorporado a Francia… vago recuerdo que excluye los grandes peajes que los catalanes hubieron de pagar antes de retornar a España.
Sea como fuere, insistimos, el proyecto muestra de nuevo el verdadero rostro, crispado de odio visceral, de estas sectas catalanistas que tanto daño han hecho a la Nación en las últimas décadas.

Desde la Fundación DENAES debemos volver a señalar la grave irresponsabilidad en la que incurren los gobiernos de la Nación al tolerar que en esta y otras regiones de España nuestros compatriotas sean discriminados por el uso de la lengua española, al tiempo que advertimos de que sólo recuperando las competencias estatales en materia de enseñanza, acción que debe coordinarse con los castigos pertinentes para quienes abiertamente desobedezcan a los tribunales, puede ponerse coto a semejante despropósito.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española