El exfutbolista francés Eric Cantona, en los prolegómenos de la celebración de los prestigiosos Premios Laureus que se entregarán hoy en Shangai, ha manifestado que los éxitos de la selección española en realidad lo habían sido de Cataluña


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Nadie ignora la gran influencia que los deportistas en general y los futbolistas en particular tienen en las sociedades políticas de la actualidad. Por esta razón conviene reparar en las recientes manifestaciones del exfutbolista francés Eric Cantona, quien, en los prolegómenos de la celebración de los prestigiosos Premios Laureus, que se entregarán hoy en Shangai –el deporte, por su creciente dimensión económica, necesita de nuevos mercados- ha manifestado que los éxitos de la selección española en realidad lo habían sido de Cataluña. En concreto sus palabras han sido:

«Cataluña ganó el Mundial. España venció con diez jugadores del Barcelona en el equipo.España no ganó el Mundial, lo ganó Cataluña. Lo ganó el Barcelona»

Como es lógico, las palabras del temperamental delantero galo han causado cierto revuelo, pues se prestan a diversas interpretaciones que exceden, con mucho, el ya vasto mundo futbolístico, máxime cuando ha vinculado el futuro de la selección española con una cantera, la del F.C. Barcelona, de la que habría de salir, como si de un cuerno de la abundancia del talento futbolístico se tratara, en lugar de una organización que ha sido condenada por sus irregularidades, la renovación del victorioso equipo nacional.

El asunto, como decíamos, requiere de análisis, pues Cantona, como muchos hacen con espurios intereses, prácticamente identifica al F.C. Barcelona con la selección nacional, siendo así que, con suma facilidad, el equipo que los separatistas consideran una suerte de selección nacional catalana –plumas como la de Vázquez Montalbán llegaron al insensato exceso de considerar al Barça «el ejército desarmado de Cataluña»- bien podría desprenderse de la camiseta roja para competir de manera independiente. Un cambio de zamarras que se lleva proponiendo, como importante anhelo, desde las filas sediciosas, sabedoras del gran papel propagandístico que tiene el deporte al menos desde los apolíneos y hitlerianos tiempos de Leni Riefenstahl.
En efecto, la conexión entre deporte y política es esencial a efectos de representación y propaganda como probara la película Olimpia, y a ello no ha sido ajeno un F.C Barcelona que no ha dudado nunca en entregar sus instalaciones y sus símbolos a la causa separatista, encontrando en otros clubes intervenidos por los partidos políticos secesionistas, verbigracia el Athletic Club de Bilbao, comportamientos similares que en el caso de los leones, llegaron a incorporar, como futbolista procedente de la fantasmagórica Euskal Herria, a un compañero de selección de Cantona, el francés nacido en la región vasca ultrapirenaica, Vicente Lizarazu, futbolista que quedó suspenso al conocer la envoltura ideológica del club que lo fichaba.

Pero volvamos a Cantona. Siendo evidente que la base de la exitosa selección la constituía un colectivo de jugadores procedentes del club barcelonista, es evidente que no todos ellos eran catalanes, máxime teniendo en cuenta que quien marcó el gol decisivo en Sudáfrica fue el albaceteño, ¡un castellano!, Andrés Iniesta, hecho que el varón francés no ha considerado tan relevante como para atribuir la victoria a la provincia de Albacete. En definitiva, y esto parece escapársele al francés, el alto nivel del Barcelona no se debería a un talento de origen telúrico, sino a la pertenencia del club a una liga nacional, la española, del suficiente nivel, a la pertenencia, en suma, a una nación de amplio territorio y población como es España.

Sea como fuere, en el fondo, así nos parece, las palabras de Cantona reflejan hasta qué punto la propaganda de los nacionalistas catalanes ha calado hondo fuera de las fronteras nacionales. Muchos son los extranjeros que han podido ver los bochornosos espectáculos de las pitadas cuidadosamente planificadas y consentidas que se han dado en finales de Copa del Rey como la que se avecina –hecho impensable en Francia-, y ante la cual parece que lo que se ha previsto es la más absoluta pasividad. No obstante, y puesto que en la selección francesa también juegan futbolistas nacidos en las regiones francesas de Cataluña y País Vasco, convenientemente despojadas de tales atributos para ser convertidas en departamentos vinculados a la geografía, departamentos que últimamente incluso se han reducido, podemos decir sin duda que Cataluña, mal que les pese a los pancatalanistas y demás aficionados a los delirios etnolingüísticos, empieza en los Pirineos.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española