La queja de varias organizaciones y personajes ligados al separatismo catalán, por haberse omitido el catalán en el monolito de recuerdo a las víctimas españolas de la tragedia aérea del avión de Germanwings, no hace sino ahondar en la tragedia cotidiana que para cualquier nación supone soportar la constante amenaza separatista


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Es bien sabido que cualquier tipo de hecho trágico es utilizado por los mandatarios políticos para hacer demagogia y llevar el agua a su molino; de sacar rédito político de la tragedia, ya sea un atentado terrorista o un accidente aéreo, como el recientemente producido en el vuelo de la compañía alemana Germanwings que cubría el trayecto entre Barcelona y Dusseldorf, todo es bueno para que la amenaza separatista se manifieste de forma explícita. Así, Carmen Forcadell, presidenta saliente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), uno de los organismos que más ha batallado por el proceso de «construcción nacional» consistente en desgajar y robarle a la Nación Española una parte de su soberanía para construir una hipotética «nación catalana», ha lamentado profundamente que «la placa en recuerdo de las víctimas de la catástrofe no esté escrita también en catalán. Es una grave falta de sensibilidad». La denominada «Plataforma por la Lengua» ha tomado las palabras de Forcadell para emitir un comunicado exigiendo la incorporación del catalán, una lengua meramente regional que no constituye ningún tipo de lengua nacional, más allá de la cooficialidad junto al español que reconoce la Constitución de 1978 en algunas regiones españolas.

Aunque desde la Generalidad catalana han anunciado que la placa definitiva de las víctimas de Germanwings incluirá el catalán, ello no ha sido motivo para que los impulsores del proceso separatista catalán hayan cesado en su cruzada. También se ha puesto delante de la procesión José Luis Carod Rovira, antiguo líder de ERC que dialogó con la banda terrorista separatista ETA siendo vicepresidente de la Generalidad catalana. Además de recordar el olvido del idioma, Carod destaca que «leyendo la prensa, hay víctimas de muchos países: alemanes, franceses, españoles, británicos, argentinos, norteamericanos, mexicanos, japoneses, turcos, belgas, daneses… ¿Y catalanes? ¿No había catalanes entre las víctimas? ¿En un vuelo que va de la capital de Cataluña a un destino europeo no volaba nadie del país desde el que partió el avión?».

Después de manifestar tal ceguera producto de su delirio ideológico, la ceguera que le impide ver que los «catalanes» de los que Carod es su más ferviente apologista ya se encuentran incluidos entre los «españoles», él mismo se responde: «el país en cuestión no existe. No es ningún estado. No sale en ningún mapa. Sus autoridades no llegan al lugar del siniestro con un avión de las fuerzas aéreas nacionales, sino como pasajeros invitados de otro ejército. Las banderas del país inexistente no ondean al viento». Por lo tanto, «en el monumento que se alza en tierra occitana, la inscripción está escrita en francés, alemán, español e inglés, pero no en catalán. Porque no hay ningún estado de la Unión Europea que tenga esta lengua como oficial».

De todo este peculiar repaso por la «Europa de los Pueblos», Carod concluye: «Nuestros muertos no existen, sólo están vivos en nuestro recuerdo. Ni existe su bandera, ni su lengua, ni su identidad nacional. Los catalanes, incluso para morirnos, necesitamos un estado para existir, para continuar vivos en la memoria de alguien». El delirio, en un peculiar argumento ontológico, da paso a la existencia de un estado catalán a partir de la fantástica idea que el propio Carod y todos los imbuidos en el delirio separatista han recreado en sus cabezas…

Algo que resulta cuando menos sintomático, pues las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han perseguido en las redes sociales cualquier manifestación de menosprecio a las víctimas que cae en la trampa tendida por el separatismo de considerar Cataluña una entidad ya independiente de España; así, ha sido muy publicitada la detención de un joven murciano que, a través de la red social Twitter, banalizó la tragedia de Germanwings diciendo que simplemente se habían muerto «catalanes». Sin embargo, sabemos que nadie ni siquiera amonestará a Carod Rovira ni a ningún solidario «retuiteador» suyo de sus infames declaraciones…

Desde la Fundación Denaes no dudamos que la tragedia de Germanwings, que ha implicado un buen número de víctimas españolas, merece un tratamiento cuidadoso y alejado de la demagogia de la que se ha visto rodeada. Pero destacamos que, alrededor de la gran tragedia de este accidente aéreo, se ha manifestado una tragedia peor aún por ser algo que España ha de soportar a diario: se trata de la tragedia del separatismo, que supone una amenaza y corrosión de las estructuras internas de la Nación Española, y que la pasividad de las autoridades ante estos constantes insultos y amenazas contra España y los españoles, supone un evidente peligro para nuestra continuidad nacional.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.