Arturo Mas pide respeto para los símbolos de una Cataluña ya considerada independiente de España, se considera al nivel de un Jefe de Estado para representar a las víctimas españolas en un reciente accidente aéreo y defiende las injurias a España como signo de normalidad democrática. Todo un ejemplo de «civismo».


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Arturo Mas es un personaje polifacético: si como hijo político de Jorge Pujol se estrenó en 2003 ganando unas elecciones pero sucumbiendo ante el pacto postelectoral del denominado «tripartito», en 2006 tuvo la oportunidad de «redimirse» pactando con Zapatero una medianoche de sábado el acuerdo para salvar el Estatuto de Cataluña que la consagraba como «nación». En 2010 se aupó al gobierno de la Generalidad catalana y continuó la habitual labor de zapa y chantaje sobre los sucesivos gobiernos de España para conseguir más financiación y privilegios, apelando incluso a la «épica» en la manipulada efeméride de la Diada de Cataluña, una fiesta que conmemora la independencia y libertad de España convertida en aquelarre del separatismo antiespañol más nauseabundo. Ahora que ha cesado en su constante huida hacia delante en pos de una fabulada patria catalana por medio de la celebración de un seudorreferéndum, Mas vive en una campaña electoral permanente.

Pese que su hijo no hace mucho tiempo posó en las redes sociales portando la bandera de España, Arturo Mas presume de su peculiar «civismo» y de su impostada condición de Jefe de Estado, acompañando a Mariano Rajoy a la hora de representar a España en el viaje oficial al lugar del reciente accidente de aviación de la compañía Germanwings, en el que han muerto más de cincuenta españoles. En este contexto de «construcción nacional», resultan molestas entidades verdaderamente cívicas como Convivencia Cívica Catalana, donde se integran tanto personas independientes como militantes de formaciones tan dispares como el PSC, PP, Ciudadanos y hasta de la desgajada Unión de la Convergencia de Mas. Cargos de la Generalidad catalana como Juan María Piqué Fernández, responsable del Gabinete de Comunicación, constantemente azuzan el fantasma de «la derecha» y su condición de organización cívica española para demonizarla. Condición que sin embargo a nuestros ojos convierten a Convivencia Cívica Catalana en una organización muy destacable, capaz de resistir a las amenazas mafiosas que definen de forma esencial al separatismo antiespañol.

Dentro de sus expresiones de «civismo», Artur Mas ve normal que en la próxima Final de la Copa del Rey, a disputar el 30 de Mayo entre el Fútbol Club Barcelona y el Athletic Club de Bilbao, ambas aficiones piten y abucheen al Jefe del Estado y al Himno Nacional. «Se debe aceptar como algo natural», puesto que es la opinión mayoritaria de las aficiones y debe respetarse siempre que se haga sin violencia, pues «estamos en democracia». Los antecedentes del año 2009 y 2012, con los mismos equipos implicados en la disputa del título copero, o del año 2011, donde los abucheos vinieron solamente del lado barcelonista en su disputa con el Real Madrid, sirven de prueba empírica para el aserto del presidente catalán.

Desde la Fundación Denaes reconocemos que, pese a su cinismo, Mas tiene razón en que hoy día pocos son los que se escandalizan ante hechos de desafección a España como los mencionados, destacando especialmente los abucheos al Himno Español. Este último acto es, con la ley en la mano, un delito de injurias a España y en cualquier país digno de tal nombre supondría la muerte social de los sujetos que lo perpetrasen (recientemente, en Corea del Sur un jugador de baloncesto norteamericano fue despedido por su club y vetado para jugar en cualquier equipo del país por dedicarse a calentar mientras sonaba el himno nacional coreano). Pero en España estos y otros actos son simplemente una manifestación de la corrupción de la Nación Española, donde por obra del consenso de la Transición perpetrado junto a los separatistas, hay que tolerar cualquier tipo de injuria y calumnia de los enemigos de España y considerarla como parte de la normalidad democrática. Urge en consecuencia una reorientación de los partidos políticos y del propio régimen constitucional en un sentido opuesto, que en lugar de debilitar paulatinamente la Nación Española, debilite a enemigos suyos como Arturo Mas.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.