La ridícula multa impuesta al líder de los «trabucaires» que «fusilaron» a un activo concejal del PP en el municipio barcelonés de Cardedeu, nos pone de relieve la impunidad con la que los separatistas coaccionan e intimidan a quienes no comulgan con sus ideas sediciosas


Finalmente la Delegación del Gobierno en Barcelona impuso una ridícula multa de 6.000 euros al líder de los «trabucaires», Manuel Álvarez, que el pasado mes de Agosto de 2014, en el contexto de las fiestas patronales de Cardedeu, se colocaron frente al domicilio de Jaime Gelada, edil del Partido Popular, y tras amenazarle e intimidarle verbalmente, simularon fusilarle. Un acto que nada tuvo que ver con el desarrollo de los festejos municipales, pues ni la Policía Local estuvo presente vigilando el recorrido de esta sediciosa agrupación folclórica, ni tampoco todos los presentes disponían de la preceptiva autorización para portar armas de avancarga, peligrosas por las postas de pólvora que disparan. Resulta sorprendente que, destacando además la trascendencia social que tuvo el hecho en su día, la sanción inicial de 25.000 euros se haya rebajado a los actuales y escuálidos 6.000.

Siguiendo los informes de la Guardia Civil, la Policía Local de Cardedeu, así como un curioso auto del Juzgado de Instrucción número 4 de Granollers (Barcelona), para quien gritar «Fuego primera fila, fuego segunda fila y fuego a discreción» no constituye ningún tipo de acto intimidatorio (¡ni menos aún una vulneración de la prohibición de apuntar a las personas que motivaba la sanción inicial de 25.000 euros!), el Delegado del Gobierno decidió no sólo la rebaja de la sanción sino su imposición a la persona física de su líder, dejando fuera a la personalidad jurídica de la asociación, que presume de llevar la bandera estelada separatista siempre que tiene ocasión (el consistorio, gobernado por CiU, ha permitido la politización de todos los festejos de la localidad al permitir a los tradicionales «gigantes» portar a la espalda banderas esteladas), bajo el disfraz de un grupo de bandoleros rurales de los siglos XVIII y XIX armados con trabucos (de ahí el nombre de «trabucaires»). Una banda compuesta de una docena de facciosos que, el pasado 23 de Agosto de 2014, a la intempestiva hora de las siete de la mañana, se posicionó frente al domicilio de Jaime Gelada y, tras tararear en tono de sorna el himno del Partido Popular, su jefe ordenó el «fusilamiento» del edil.

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La operación, repetida con verdadera saña (en varias ocasiones, durante más de quince minutos, de la que hasta ellos mismos tuvieron tiempo de tomar fotografías), contra un edil popular que ha destacado por su iniciativa de impedir el uso de la bandera separatista estelada en los edificios y espacios públicos (especialmente por denunciar la pintada de una estelada sobre un cartel de la empresa estatal ferroviaria Adif, que terminó provocando una condena a ocho personas por los daños causados, entre ellos uno de los «trabucaires» que participó en el «fusilamiento» de Gelada), fue realizada por militantes de ERC, la CUP y el Omnium Cultural, todos ellos identificados; de hecho, el sancionado Álvarez está vinculado a esta última institución.

Este lamentable hecho nos pone de actualidad las constantes intimidaciones y amenazas realizadas por el separatismo catalán desde los primeros años de la transición democrática, cuando toda una serie de profesores y profesionales liberales se vieron obligados a marcharse de Cataluña por la constante campaña de acoso y terrorismo practicada contra ellos por todo tipo de organizaciones separatistas, deseosas de implantar una inmersión lingüística en catalán a la que estos profesionales se oponían. Recordemos cómo el periodista Federico Jiménez Losantos, figura destacada del «Manifiesto de los 2.300», fue secuestrado en 1981 por terroristas de «Terra Llivre», quienes le hirieron de un tiro en una rodilla, siendo atado y abandonado en un árbol, desangrándose, sin que ni las autoridades locales ni el gobierno de nuestra Nación hicieran nada para frenar esta escalada de acosos. Recordemos cómo Alberto Rivera, líder de Ciudadanos, recibió en varias ocasiones un retrato suyo pintado de rojo con una bala incrustada sin percutir, auténtico ejemplo de intimidación mafiosa que define a la perfección lo que es el separatismo antiespañol…

Desde la Fundación Denaes no podemos dejar de denunciar el constante acoso realizado por el separatismo antiespañol en todos los rincones de la Nación Española, aunque en este editorial hemos traído el ejemplo concreto del separatismo catalán, muy activo por diversos medios desde la transición democrática para convertir Cataluña en una suerte de finca privada donde los sediciosos han podido desenvolverse con total impunidad, dejando para el resto de españoles allí presentes una vida de pesadilla, condenada al acoso, la intimidación o la huida a otros lugares de España en caso de no plegarse a las ideas separatistas. Todo ello coronado por la pasividad, cuando no tibieza en las sanciones como en el caso que nos ocupa, de las autoridades de nuestra Nación, hecho a corregir de manera firme.

Fundación Denaes, para la Defensa de la Nación Española.