Desde Denaes, denunciamos esta situación y animamos a los representantes de asociaciones a favor del español a hacernos llegar sus testimonios y documentos de denuncia para colaborar en lo posible con sus acciones


El pasado domingo, durante el transcurso de la cena de bienvenida al Congreso Mundial de Móviles celebrada en el Palacio de Pedralbes de Barcelona, el Rey Felipe VI puso a la Ciudad Condal como ejemplo de la diversidad del conjunto de España -«una ciudad donde al espíritu emprendedor de sus gentes se suma la pluralidad de sus orígenes y sensibilidades. Todo ello hace de la capital de Cataluña un ejemplo de la diversidad del conjunto de España y un referente del mejor empuje emprendedor español». Compartiendo mesa y mantel con el monarca, estuvieron, entre otros, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y la delegada del Gobierno en Cataluña, Llanos de Luna. También acudió al banquete el mayor representante del Estado en la Comunidad autónoma de Cataluña, Arturo Mas, elemento cuya acción política, marcada por la visceral hispanofobia propia y de sus adláteres, y los intereses económicos de muchos de los que le apoyan, no es sino una suma de deslealtades linderas con los mayores delitos que en política puedan contemplarse, estrategia que no le impide acogerse a la fortaleza del Estado al que indisimuladamente desprecia cuando se ve necesitado.

Si este es el conocido proceder de Mas, la acción discursiva del monarca continuó por los cauces habituales. Tras hablar en español encareciendo la manoseada y perogrullesca idea de la diversidad hispana -¿existe acaso alguna nación no «plural»?-, Felipe VI introdujo su ya habitual cuota de discurso en catalán, detalle que hizo las delicias de muchos de los comensales y que, por la parte que toca al Rey, parece ejercer un efecto balsámico en la creencia ingenua de que las lenguas son simples vehículos de comunicación.

La escena, como decimos, no es nueva, si bien, así nos parece, el máximo representante de una institución prescindible para la pervivencia de la Nación española, debiera tomar conciencia de la dimensión de un problema tan grande como es el de la lengua, verdadera cuña de profundo alcance político que sirve para abrir grietas entre españoles, muchos de los cuales, atrás quedaron los juancarlistas sin que se pueda asegurar la existencia de felipistas, acarician la idea de una España federal confeccionada con criterios en gran medida lingüísticos que muy posiblemente acabaría con la Nación y con quien se ciñe su corona.

Mientras todo esto ocurría en aúlicos salones, lejos de la atmósfera palaciega, muchos ciudadanos –el así llamado pueblo-, especialmente los residentes en Cataluña, arrancaban hojas al calendario sabedores de la proximidad de un día tan crucial como el 10 del mes de marzo, fecha en que dará comienzo el plazo de preinscripción del curso escolar 2015/16.
En efecto, sépalo o no Felipe VI, en la muy diversa Cataluña que tan entrañables recuerdos le trae a la mente, ningún centro escolar público o concertado garantizará la enseñanza en las lenguas cooficiales: español y catalán, y ello a pesar de la kafkiana e inútil iniciativa del Ministro del ramo: Wert.

Inútil porque, las dificultades que han de afrontar quienes en su pleno derecho pretendan escolarizar a sus hijos en español ¡dentro de España!, -en la hoja de preinscripción no hay casilla alguna habilitada para solicitar bilingüismo- han tenido un efecto disuasorio, dado que tales ciudadanos harto tienen con resolver los problemas laborales cotidianos.
Inútil porque tales padres son conscientes de los males que pueden acarrearle a sus hijos, probablemente señalados con el dedo por compañeros y profesores fanatizados por el catalanismo, tan heroica actitud en absoluto respaldada por un Gobierno que ha hecho dejación de funciones en numerosos territorios de España, tal es su rigorismo leguleyo en lo que respecta a unas competencias educativa que tan imprudentemente se entregaron hace años.

Frente a tan desolador panorama, queda, no obstante, la acción de asociaciones que, de un modo u otro, tratar de lograr algo tan razonable como la equiparación, por otro lado legal, de ambas lenguas en la esfera de la enseñanza pública.

Los días, no obstante, van pasando, y el gobierno autonómico del sedicioso Mas, sépalo o no el monarca, seguirá incumpliendo las numerosas sentencias que señalan como ilegal el así llamado modelo de inmersión lingüística precisamente en virtud de la discriminación del español frente al catalán. animamos a sus representantes a hacernos llegar sus testimonios y documentos de denuncia para colaborar en lo posible con sus acciones

Desde DENAES, conscientes del alcance y gravedad política que tal situación entraña para España, y siempre en sintonía con todas esas asociaciones que trabajan para revertir esta situación,.

Fundación Denaes, para la defensa de la Nación española.