El batasuno concluye su juicio diciendo a la Sala que «la violencia nos sobra y estorba»


El exportavoz de Batasuna Arnaldo Otegi

El exportavoz de Batasuna Arnaldo Otegi

NATI VILLANUEVA / Madrid

Día 08/07/2011

Si el ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi pretendía desvincularse de una estructura organizada (Bateragune) cuya subordinación a ETA le ha llevado a sentarse en el banquillo de los acusados, ayer cometió un error de bulto. El preso utilizó su derecho a la última palabra para erigirse en líder de la estrategia de refundación de Batasuna y se arrogó el éxito de haber abierto el camino para que la coalición proetarra Bildu esté hoy en las instituciones. Y lo hizo en nombre del resto de acusados y de toda la «izquierda abertzale», utilizando incluso la primera persona del plural. Un argumento más de peso para justificar los diez años de cárcel que la Fiscalía pide para él por un delito de integración en ETA en calidad de dirigente.

El juicio de Bateragune, en el que, además de Otegi, hay otros siete acusados, entre ellos el ex secretario general de LAB Rafael Díez Usabiaga, quedó ayer visto para sentencia con la misma estrategia de desvinculación de la violencia emprendida por los batasunos desde la primera sesión de esta vista, que arrancó el lunes de la semana pasada. La novedad es que en esta ocasión Otegi añadió un «guiño» a las víctimas: pidió disculpas a la acusación popular (Voces contra el Terrorismo) por no haber respondido a sus preguntas. Hasta ahora los batasunos habían fundamentado su silencio en los «fines espurios» de estas asociaciones. Pero el hecho de no responder, dijo ayer Otegi, «además de un derecho, ha sido una estrategia de defensa». «En ningún caso ha estado en la intención de los acusados algún tipo de menosprecio a sus representados (a las víctimas), y si alguien lo ha visto así le pido disculpas públicamente».

«La violencia nos estorba»

Además de negar la subordinación del proyecto Bateragune a los designios de ETA (como mantienen la Fiscalía y la acusación popular) —«no tiene sentido emprender una estrategia en la que se rechaza la violencia» con ETA dentro de esa estructura—, Otegi comparó la «persecución» a la izquierda abertzale con la invasión de Irak, pues en ambos casos se ha necesitado una excusa. En Irak la «coartada» fueron armas de destrucción masiva, que nunca aparecieron. «Aquí la coartada es la “M” (de militar), porque se necesita una “M” para no entrar en el debate político. No se dan cuenta de que a nosotros la “M”, la violencia, nos sobra, nos estorba». Y añadió que la decisión de dejarla a un lado es «irreversible e irrevocable».

Pese a las advertencias de la presidenta del tribunal de que obviara comentarios políticos —«a nosotros la política nos da igual», dijo Ángela Murillo—, Otegi aprovechó la oportunidad para hacer gala de sus «artes adivinatorias», como le dijo en una ocasión la magistrada. «Se sugiere que el escenario futuro tiene más que ver con la vuelta a la violencia, pero con certeza podemos decir que eso no va a ocurrir. Lo que nosotros deseamos, proponemos y planteamos tiene que ver con el cese definitivo de la violencia y el desmantelamiento de las estructuras militares», señaló. «O sea, que todo va a salir muy bien», espetó Murillo con su habitual espontaneidad.

Batasunos e «indignados»

Otegi llegó a comparar a la «izquierda abertzale» con el movimiento de los indignados del 15-M. «El éxito de estas organizaciones es que van sumando. Nosotros también éramos 4 ó 5 y ahora somos 313.000», dijo en clara alusión a Bildu. Y no desaprovechó la oportunidad de arengar a su militancia, que le respondió desde el público entre aplausos. «Que nadie abandone el camino que hemos emprendido. Les pido que sonrían porque vamos a ganar». «Esto no es un circo», concluyó Murillo.