Artículo publicado en la contraportada de Expansión el 10 de diciembre de 2009


Aurelio Alonso-Cortés

El único derecho cierto de la sociedad civil o “pueblo soberano” es votar cada cuatro años. Con esta patente de corso cuatrienal, los partidos aprovechan la inhibición de los más y el fraccionamiento de los menos, preocupados por España. Ha sido pues un aldabonazo la publicación conjunta el pasado viernes por 12 agrupaciones cívicas de un manifiesto titulado: “La dignidad de España. Patria común e indivisible de todos los españoles”. Respondían al victimista y dictado editorial: “La dignidad de Cataluña” de 12 diarios catalanes “engrasados” por la Generalidad.

No son “cosas del Madrit” centralista. Entre las firmantes está la periferia española. Desde el Circulo Balear, la Convivencia Cívica Catalana y la Plataforma Valenciana por la Libertad Lingüística hasta la Fundación para la Defensa de la Nación Española – DENAES – de origen vasco que preside Santiago Abascal. Han hecho diana: “Si la dignidad de los nacionalistas se fundamenta en… la violación de la Constitución, exigiendo una bilateralidad que crearía dos entes soberanos…la dignidad de España se asienta en valores más sólidos y respetables”. Estos doce grupos aglutinados entorno a la “patria común” ejemplifican el “pueblo soberano” de “La España por venir” que el anterior martes presentaba Abascal en un desayuno multitudinario prologado por ¡¡Manuel Pizarro!! “Hay – dijo – una España por venir, una España nueva. Está en nuestras manos, y en el corazón de millones de españoles”. Ambos textos puede leerlos en www.denaes.es

Si usted, amiga y amigo lector – añado yo – aborrecen la partitocracia actual y quieren que los políticos de verdad le representen, únase o ayude a estos grupos cívicos independientes del gobierno que cambiarán el futuro. Hágalo si percibe que España se disgrega. Si repudia esta partitocracia corrompida que enseña a los mozalbetes a ser “políticos de carrera” en escuelas del partido, o desde la partidista educación para la ciudadanía. También, si no acepta que ser diputado es apretar un botón en el Parlamento, a veces con los pies, al dictado del portavoz. Y si cree que en democracia las minorías no pueden imponerse a las mayorías; o si demanda listas abiertas para elegir al diputado de distrito que le informe personalmente. Apoye en suma a estos grupos cívicos que intentan recuperar la ética y los valores. Para que sea usted y no el gobierno quien decida la religión y la lengua en que educar a sus hijos. Para que los jueces no sean políticos y los políticos jueces.

¿Son pocos doce grupos cívicos para cambiar España? ¡Español, despierta ya! Doce fueron los apóstoles y transformaron un mundo confuso en lenguas y principios.

Publicado en EXPANSIÓN de 10 diciembre 2009