El mito forma parte de la historia, y más que nunca en el caso del nacionalismo vasco, que apoya su aspiración independentista desde Sabino Arana en una visión insostenible del pasado de las instituciones vascas.


Antonio Elorza, El pueblo escogido. Crítica, Barcelona 2001.

Antonio Elorza, El pueblo escogido. Crítica, Barcelona 2001.

El mito forma parte de la historia, y más que nunca en el caso del nacionalismo vasco, que apoya su aspiración independentista desde Sabino Arana en una visión insostenible del pasado de las instituciones vascas.

Pero no por eso fue el resultado de una invención gratuita. Los pilares de la ideología sabiniana, como la interpretación de los fueros, el racismo y la visión idealizada de lo vasco, procedían íntegramente de la tradición fuerista, fijada en lo político desde los siglos XVI y XVII, y sociológica y culturalmente a lo largo de 1800.

El proceso de industrialización, realizado en la crisis de las guerras carlistas, explica el arcaísmo que subyace a la trayectoria de un nacionalismo cuya expansión acompaña paradójicamente a la modernización de las tres provincias y de Navarra.

La génesis de la crisis planteada hoy por el nacionalismo vasco se remonta un siglo atrás, al momento de su definición ideológica, el fuerismo del Antiguo Régimen. Tal es el recorrido que propone en Antonio Elorza en El pueblo escogido, titulo que responde a la excepcionalidad atribuida por la comunidad nacionalista a la construcción imaginaria con la cual identifica su proyecto político.