Puede y debe preguntarse qué tipo de «mensajes» está enviando nuestra patria a quienes amenazan políticamente su unidad o la soberanía sobre su territorio mediante el expediente de plegarse, aterrorizada, a las exigencias de un grupo de facinerosos.


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El sábado 26 de abril a las 17:00 horas, pasada una semana desde su abordaje por una partida de piratas somalíes, el pesquero español «Playa de Baquio» pudo por fin tomar rumbo, salvo, a las islas Sheychelles. Tal «feliz» desenlace del secuestro del barco, según informaba de inmediato en rueda de prensa la vicepresidente del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega acompañada por otras ministras paritarias, se debió eminentemente a la intensa labor diplomática llevada a término por el Ejecutivo español así como, según añadía la propia vicepresidente, a la fenomenal coordinación que el Gobierno de España habría tejido durante los últimos días con las autoridades del país africano. Con todo, y sin dejar naturalmente de enfatizar la importancia de tales esfuerzos diplomáticos, no quiso la misma Fernández descartar, a preguntas de un periodista presente en la conferencia de prensa, el supuesto pago de un rescate a los piratas, un rescate que algunas fuentes habrían cifrado en la módica cantidad de un millón y medio de dólares.

Pues bien, lo que creemos que es preciso hacer notar en este contexto es que si efectivamente esto fuese así, si tal rescate se hubiera en efecto pagado, contribuyendo con ello el gobierno de España -a cargo, dicho sea de paso, del erario público- a la «causa» de los piratas africanos, no cabría -nos parece- seguir considerando por más tiempo como «feliz» el desenlace del episodio somalí salvo en un sentido estrictamente ético (el concerniente a la conservación de la individualidad corpórea de los tripulantes del pesquero español frente a su eventual destrucción a manos de sus secuestradores), puesto que semejante muestra de la alta «diplomacia» por parte del Gobierno de España, sin perjuicio de haber, sin duda, contribuido a la salvación del «Playa de Baquio», ¿no estaría al mismo tiempo comprometiendo, creemos que de manera harto contundente, la posición del resto de la flota pesquera española en la misma o en otras partes del mundo? Con ello, dada la eventualidad del pago del rescate que, insistimos, de momento no ha sido descartada por el Ejecutivo, la «amenaza» formal de los piratas somalíes sobre un barco de pesca español se habría convertido en un «peligro» para la totalidad de la flota en virtud, por lo demás, de la cobardía o de la estupidez (y en todo caso, desde luego, la complicidad objetiva con una banda de ladrones) propia del gobierno de ZP.

Los piratas africanos no comprometen de momento, con sus fechorías, a la nación española en un sentido directamente político, y sin embargo, creemos que puede y debe preguntarse qué tipo de «mensajes» está enviando nuestra patria a quienes sí que amenazan políticamente su unidad o la soberanía sobre su territorio mediante el expediente de plegarse, aterrorizada, a las exigencias de un grupo de facinerosos a los que, al parecer, el máximo timonel de nuestra nave estima apropiado entregar un millón y medio de dólares.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA