20070709110228.jpgMarta Gómez de Castro

09-07-2007-La Razón

Madrid- El «Espíritu de Ermua», la rebelión cívica contra ETA, nació espontáneamente de la indignación e impotencia de los ciudadanos vascos frente al secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco. Automáticamente, el resto de los españoles los siguieron y, por primera vez, toda la sociedad gritó unida un ensordecedor «¡Basta ya!» contra la banda terrorista en forma de las más multitudinarias manifestaciones que se hayan sucedido jamás en la Historia de España.

Este reportaje quiere llorar a Miguel Ángel Blanco y recordar de dónde nació el «Espíritu de Ermua» en palabras de sus protagonistas, entonces niños o jóvenes estudiantes. Aquel dolor marcó su personalidad e incluso en algunos casos su trayectoria profesional encaminada a defender la libertad frente a la dictadura de la banda terrorista ETA.

Aquel 12 de julio del año 1997, cuando supimos que el cuerpo de Miguel Ángel Blanco había sido encontrado con dos tiros en la nuca pero todavía vivo, España entera contuvo el aliento intentando alentarle vida. A las pocas horas se nos detuvo a todos la sangre hecha lágrimas haciéndose oficial su muerte.

Eduardo, Yagoba, Nerea, Humberto, Carmen y Carlos son solamente una ínfima muestra de la generación de Ermua. Todos ellos comprendieron desde muy jóvenes que la libertad, aunque es un derecho, no es algo que se nos regala, sino que, como tantas otras cosas en la vida, hay que luchar por ella.

El «Espíritu de Ermua» sobrevivirá siempre y cuando ellos no olviden de dónde provino esa fortaleza y sean capaces de transmitirlo a las generaciones venideras. Antes de cualquier sigla política y de cualquier condición social está la libertad. Mantenerse unido en este propósito es el arma para conservarla.

«Sentimos su tortura como nuestra»

Nerea Alzola, hoy concejal popular en el Ayuntamiento de Sondika y portavoz de las Juventudes Unificadas del Foro Ermua, estudiaba en la Universidad del País Vasco Ingeniería de Minas. Tenía 23 años y recuerda aquel 12 de julio como si fuera ayer. «Recibí la noticia sobre las 17:45, estaba en el Casco Viejo de Bilbao. Instintivamente fui al Ayuntamiento donde empezó a llegar mucha gente. Sobre las ocho alguien comenzó a repartir velas y las encendimos. Miguel Ángel fue asesinado por fanatismo. Cuando recuerdo las caras de sus asesinos en la Audiencia, Txapote y su novia, riendo desafiantes y sin atisbo de arrepentimiento, sé que esas mentes enfermas son la verdadera cara de ETA». Nerea asegura que fue la sociedad quien arrastró a gobierno y políticos.

«Seis millones de personas por la calles encendieron velas. Todos lloramos juntos de angustia e impotencia y sentimos la tortura de Miguel como nuestra. Escribimos pancartas que decían: “No son vascos, son asesinos” y “Libertad para Miguel Ángel”. Imprimimos pegatinas en bilingüe con un mensaje claro: “¿Tengo que pensar como tú para que no me mates?”. Nos concentrábamos frente a los bares de los batasunos y les pedíamos que condenaran el asesinato. Nerea ha sido víctima de pintadas y dianas amenazantes, pero cuando se sintió en peligro fue el pasado 13 de mayo. Pegando carteles para la campaña de las Municipales junto a su compañera Virginia Arroyo, fueron atacadas a puñetazos por un grupo de 15 energúmenos radicales. Salvaron la vida gracias a sus escoltas.

«Lloré por fuera y lloré por dentro porque creía sinceramente que podíamos parar aquello»

Eduardo Prieto acababa de terminar segundo de BUP y tenía 16 años. Vivía en Pamplona y gozaba de sus San Fermines cuando secuestraron a Miguel Ángel Blanco. «Como muchísimos ciudadanos lloré. Lloré de rabia y de impotencia. Lloré porque más energía no pude derrochar esos días y no había servido de nada. Lloré por fuera y lloré por dentro porque creía sinceramente que podíamos parar aquello. Desde ese día fui consciente por primera vez de que sería una batalla ardua, difícil, feroz, pero que era necesario librarla. Comprendí que como ciudadano tenía un compromiso y que debía cumplirlo: ser un ciudadano libre. En aquellos días, aunque los Sanfermines se habían suspendido, se hacía imposible quedarse en casa. Salíamos a la calle buscando la complicidad moral y gritando contra la injusticia, conscientes de la macabra cuenta atrás. Las manifestaciones en Pamplona eran continuas, algunas de ellas esporádicas, otras programadas. Nos concentrábamos frente a las sedes de HB con los lemas: «¡Basta Ya!», «¡Miguel Ángel, libertad!», «¡No estamos todos, falta Miguel Ángel!», «¡ETA asesina!», «¡ETA = cobarde!» y «¡Asesinos!, Dejadnos vivir en paz!»

«Había constantes gritos a favor de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, que en ese momento estaban protegiendo las sedes de los batasunos. Todos llevábamos las manos blancas como símbolo de pureza. Ésa era la manera que teníamos de mostrar nuestras convicciones y principios. El grito que más me caló fue el de “¡ETA, dispara, aquí tienes mi nuca!”, mientras todos nos llevábamos las manos a la cabeza. Aquellos días todos éramos Miguel Ángel Blanco».

Estos hechos hicieron que Eduardo se implicara en todo tipo de movimientos cívicos y hoy día es colaborador del «Foro Ermua»: www.foroermua.com; de «Libertad Ya» en Navarra: www.libertadya.org; y de «Vecinos por la paz» de Berriozar.

«Aplaudo a Aznar desde mi condición de socialista por no ceder al chantaje»

Yagoba Gutiérrez, militante socialista desde 1993, contaba entonces con 22 años y estudiaba empresariales en la misma facultad de Sarriko donde lo hizo Miguel Ángel. «Sentí una tremenda angustia vital, la misma que con todos los que habían sido asesinados anteriormente. Fui consciente de que iban a matarlo cuando plantearon el ultimátum. Aquel acercamiento de presos era una tarea imposible de asumir por cualquier gobierno. Aplaudo al de José María Aznar desde mi condición de socialista por no ceder a aquel chantaje y deploro con todas mis fuerzas la actitud que tuvo Margarita Robles, quien en público dijo que algo había que hacer para evitar la muerte de Miguel Ángel. Se refería a ceder parcialmente al chantaje. Ignoro cómo un magistrado puede siquiera pensar en esa clave con el agravante de que ella fue Secretaria de Estado de Justicia con el PSOE».

En aquellos días eran las fiestas de Santutxu, el barrio de Bilbao donde vive Yagoba. «Como todas las fiestas en Euskadi, estaban instrumentalizadas por la gente cercana a Batasuna. Nos plantábamos cada día a las ocho de la tarde en medio de la calle a dar palmas y gritar “¡no nos mires, únete!” y así congregamos día tras día manifestaciones que marchaban al recinto de fiestas para tomarlas y devolverlas de los terroristas al pueblo».

Si habían matado a Miguel, no había nada que celebrar, sin Miguel no había Fiestas. Una anécdota imborrable fue cómo los agentes de la Ertzaina allí presentes, protegiendo ¡por primera vez en la vida! a los jóvenes de Jarrai, se quitaron los pasamontañas y se abrazaron a nosotros entre los sollozos de todos. Se respiraba la solidaridad con la Policía, con la gente. ¿Hasta dónde podía llegar la vileza del ser humano?, mientras nosotros gritábamos “¡Miguel, Miguel!” ellos contestaban “Indurain, Indurain”».

Yagoba es Miembro Fundador de «Basta Ya»: www.bastaya.org; y en 2003 fue consejero socialista en el distrito de Santutxu, y ha sido víctima de un atentado con artefacto casero en la puerta de su casa. Más tarde intentaron quemarle el coche y posteriormente «Gara» publicó que «ésta era la respuesta a las agresiones que cometió en los sucesos de Miguel Ángel Blanco».

«Miguel fue el aliciente que marcó mi vida»

Carlos García, concejal del PP en el Ayuntamiento de Bilbao, era estudiante de Derecho y tenía 19 años. «Conocí a Miguel Ángel en el primer acto político de mi vida, el Congreso de Nuevas Generaciones de Vizcaya. Estaba junto a su novia, detrás de mí y mi hermano. Cuando me enteré de su asesinato estaba en el portal de mi casa y sólo pude llorar. Fue muy duro. En mi barrio eran fiestas y estaban organizadas por gente de HB, pero ocurrió algo increíble. Todo el mundo se sacudió el miedo y salió a parar las fiestas. Una marea de gente se dirigió al recinto festivo y cerró las Txoznas (casetas), que pertenecían a colectivos del entorno de ETA como Jarrai, AEK, Askatasuna, Gestoras proamnistía o Ikasle Abertzaleak. El espíritu de Ermua es lo que ocurrió en mi barrio, que la indignación y coraje de los demócratas hizo perder el miedo a los terroristas. Que las calles de nuestros pueblos y ciudades dejaron de estar en las manos del entorno de ETA y lanzamos un grito de libertad. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores, de derecha y de izquierda, empleados y jefes, estudiantes y amas de casa. Estábamos unidos para gritar libertad, gritar contra ETA, gritar de rabia, para que no se repitiera y hacerlo juntos. Toda la sociedad, vasca y española.

ETA ha intentado atentar contra Carlos en tres ocasiones. En la última tenían las llaves del portal de su casa y querían asesinarle de forma inminente, información revelada tras la detención de «Susper». «Dedico cada día a defender los principios y libertades con los que me comprometí cuando asesinaron a mi amigo Miguel Ángel. Él ha sido el aliciente que ha marcado mi vida».

«Había que elegir: plantarles cara o rendirse»

Humberto Vadillo vive en Zaragoza. Cuando acabaron con la vida de Miguel Ángel Blanco tenía 27 años y estaba trabajando y estudiando en Manchester. «Cuando nos enteramos del secuestro y sobre todo del ultimátum de ETA nos juntamos casi entera la colonia española de Manchester en el Bar Madrid. Espontáneamente fuimos todos allí para ver lo que daban en las noticias. Yo tenía una radio normal de AM/FM que, según cómo la orientaras, por las noches captabas Radio Nacional o la COPE. En el trabajo, mis compañeros ingleses, que tenían internet, me iban dando noticias cada hora pero lamentablemente lo único que pudimos hacer fue consolarnos y apoyarnos mutuamente».

A nivel individual y a partir de ese momento, Humberto comenzó a escribir sobre temas como la libertad y el terrorismo, creando las bitácoras www.jovenesemua.blogspot.com y www.benevolencia.blogspot.com, llegando a ser miembro del «Think Tank» Juan de Mariana. «A partir de aquellos días decidí que no es posible vivir exclusivamente en la esfera privada y que había causas, como la libertad o España, por las que había que luchar con uñas y dientes, porque los enemigos de una y otra, que en lo esencial son los mismos, no descansarían jamás. Había que elegir entre plantarles cara o rendirse. Yo elegí plantarles cara».

«En Colón nos arrodillamos y simulamos su ejecución»

Carmen Ladrón de Guevara tenía 14 años. Había terminado 1º de BUP y vivía en Madrid. «Para mí, lo más significativo fue la reacción de la sociedad vasca que por primera vez se atrevió a salir a la calle enfrentándose a los terroristas. Recuerdo a la gente en la Puerta del Sol con velas esperando el brutal desenlace. Con 14 años y en plena edad del pavo, era incapaz de comprender qué estaba pasando. No me podía entrar en la cabeza cómo había personas que, por un ideal, eran capaces de secuestrar a un joven, chantajear a toda España y asesinarlo. Recuerdo preguntar a mis padres si el Gobierno podía hacer algo o si era la crónica de una muerta anunciada. Coloqué velas en el balcón y la bandera de España con el crespón negro. La gran manifestación de Madrid fue mi primera manifestación. Fui con mi madre y una amiga. Bajando por la calle Goya unos chavales me pintaron las manos de blanco y en Colón ya no nos pudimos mover de la multitud que había. La gente llevaba fotos de Miguel Ángel y gritábamos: “¡ETA, escucha, aquí tienes mi nuca!” y nos arrodillábamos simulando su ejecución y llorando».

Aquellos días influyeron de manera radical en Carmen. Hoy, cursa su último año de Derecho y está deseando terminar para volcarse en la derrota de ETA. Es miembro de la Asociación «Dignidad y Justicia»: www.macrojuicio.com y de las «Juventudes Unificadas del Foro Ermua». «Creo fundamental transmitir a las generaciones la cruda realidad de los 40 años de sufrimiento que ETA supone para España. 40 años de asesinatos, secuestros, amenazas y extorsiones».